Ana Pontón, la mujer que reconstruyó el Bloque llamado a sepultar a la derecha gallega
La líder y candidata del BNG ha pulverizado todos los pronósticos y la mayor parte de las encuestas la sitúan como favorita para encabezar un Gobierno alternativo al del Partido Popular. Esta es la historia de la mujer que el 18-F quiere (y podría) hacer historia.
- "Témonos equivocado ao longo destes anos, pero aprendemos dos nosos erros. Pero hai algo no que nunca nos temos equivocado: de lado. Estamos do lado de Galiza e das maiorías sociais deste país".
- Palabras de Ana Pontón durante su proclamación como portavoz nacional del BNG en 2016.
En la historia de Ana Belén Pontón Mondelo (Airexe, Sarria, Lugo, 1977) caben muchas historias. Es la historia de una mujer cuyas raíces entroncan directamente con el rural de una pequeña aldea sarriana en la parroquia de Chorente, pero también es la historia de cómo esa niña, hija de padres trabajadores y criada entre los castiñeiros (castaños) de Penacova y las bestas (ganado) de la pequeña explotación familiar, que había crecido implicándose en el activismo dejó el interior el Lugo para acudir a Compostela a la universidad y licenciarse en Ciencias Políticas y de la Administración.
Pero, sobre todo, es la historia de la mujer a la que hace ocho años encomendaron la tarea de recoser los jirones de una organización a la que se puso al frente en el peor momento de toda su existencia y acabó reconstruyendo un Bloque Nacionalista Galego (BNG) que hoy abandera la posibilidad de desalojar al Partido Popular de la Xunta de Galicia, a tenor de la mayoría de encuestas que se han venido publicando hasta el pasado lunes.
No obstante, si algo caracteriza a la historia de la que puede convertirse en la primera mujer en gobernar Galicia es que no comenzó por el éxito ni por asomo. Fue una travesía tan larga como constante, desde abajo, en el que los números no acompañaban. Pero también la prueba de que la perseverancia y el esfuerzo tienen recompensa al final del camino.
De cómo salvar un proyecto político dado por muerto, 'sorpasso a sorpasso'
La cita que encabeza este perfil retrata a la perfección la receta detrás de dos logros políticos -"hay algo en lo que nunca nos hemos equivocado: de lado"-. El primero, salvar a un proyecto que muchos habían dado por muerto asociándolo a los partidos tradicionales que recibieron un serio golpe tras la explosión del 15-M y el fin del bipartidismo. El segundo, relanzar ese mismo proyecto hasta superar a todos sus adversarios en el mismo espectro de la izquierda gallega, para acabar ensanchándolo y penetrando en capas de votantes consideradas históricamente como una suerte de 'coto de caza privado' de la derecha.
Para comprender la trayectoria de Pontón es necesario entender qué le ocurrió al Bloque en su 'longa noite de pedra'. Una caída en desgracia fruto de las divisiones entre distintas facciones internas que en 2012 culminaron en lo que se denominó Cume de Amio (Cumbre de Amio).
Aunque la que ha sido siempre la corriente mayoritaria en la organización nacionalista logró imponerse en aquella histórica asamblea, no se logró contener el descontento de un histórico Xosé Manuel Beiras que ya había sembrado el movimiento que después estaría llamado a convertirse en la 'Syriza galega', el Encontro Irmandiño que fructificaría en Anova, junto a Esquerda Unida, una de las patas de la Alternativa Galega de Esquerdas (AGE).
Allí cobraron protagonismo figuras que se tornarían clave, como una Yolanda Díaz que ya venía de dar sus primeros pasos en Esquerda Unida o un Pablo Iglesias que se implicaría después en la campaña de la alianza de izquierdas y acabaría entendiendo que esa estrategia podría ser exportable. En 2012 se confirmaba el cambio de tendencia, los de Beiras y Díaz entraban como tercera fuerza con 9 escaños, dejando al BNG en la cuarta plaza con siete y cediendo cinco asientos.
Después se articulaban las mareas gallegas que acabarían conquistando algunas de las llamadas 'alcaldías del cambio' en las municipales de 2015. En A Coruña, con la Marea Atlántica de Xurxo Fernández, en Santiago, con la Compostela Aberta de Martiño Noriega, o en Ferrol, con el Ferrol en Común de Xurxo Suárez. Entretanto, desde el Bloque veían cómo perdían apoyo en detrimento de una nueva izquierda gallega que incorporaba elementos estatales.
Aquel fue el contexto en el que se llegó a un 2016 en el que habría que presentar candidato contra un Alberto Núñez Feijóo que venía de cosechar su segunda mayoría absoluta. En febrero de ese año, la militancia del BNG otorgaba su confianza a una Ana Pontón que ya había despuntado como portavoz parlamentaria del Bloque en O Hórreo durante unos meses en 2012, antes de que el cabeza de lista, Francisco Jorquera, asumiese el cargo.
Desde aquel 28 de febrero al 25 de septiembre, la tarea de Pontón pasaba por cortar la hemorragia de un BNG que un año antes, para las elecciones generales de 2015, hasta había llegado a diluir sus siglas y marca histórica en la coalición con partidos galeguistas denominada Nós-Candidatura Galega, quedándose sin representación en Madrid. Por aquel entonces las encuestas le daban cerca de 3 escaños, pero bajo los primeros compases del liderazgo de Pontón solo perdieron uno, quedándose con 6 diputados autonómicos. En el Bloque nunca ha habido dudas de que su intervención en el debate electoral de 2016 fue el revulsivo detrás de ese muro de contención.
Aquel domingo Feijóo repetía absoluta, pero el Bloque se salvaba, contra todo pronóstico, de la temida desaparición. Y lo más importante, comenzaba a forjarse la andadura de la que acabaría convirtiéndose en la actual jefa de la oposición. En los siguientes cuatro años Pontón impulsó una serie de transformaciones y cambios que llevaron a esta fuerza política a un resultado histórico de 19 escaños -13 más- y a pasar de ser cuarta a 'sorpassar' a los socialistas gallegos de Gonzalo Caballero. Al otro lado, la formación heredera de la que les había comido terreno años antes, en 2020 concurría como Galicia en Común y se quedaba sin representación alguna.
La fórmula del éxito tras el 'efecto Pontón' que ha sacudido la campaña
La candidata del BNG el próximo 18-F arrastra una trayectoria innegable en su organización. Militante de las juventudes de Galiza Nova desde los 16 años, curtida en la lucha universitaria a través de los Comités Abertos de Facultades (CAF) y enmarcada en la Unión do Povo Galego (UPG), Pontón no solo representó la renovación del BNG, sino que la materializó.
Fue la primera mujer en tomar la batuta de la organización y de su mano llegaron rostros jóvenes -y sobre todo de mujeres- como los de Olaia Rodil, Noa Presas o Daniel Castro. De su mano se enarbolaron con fuerza banderas de cuestiones que ya estaban en el ADN político del BNG, pero que cobraron mayor relevancia con Pontón. Eso pasa por la lucha del feminismo, pero también la del colectivo y movimiento LGTBIq+.
Hacia esa clave apuntan la prensa y analistas políticos que se afanan en desentrañar el misterio del tirón que está teniendo Pontón. Con advertencias demoscópicas que causan auténtico pánico en un PPdeG que ve amenazada su hegemonía en el primer test al sucesor de Feijóo, un Alfonso Rueda presidente en funciones, sí, pero presidente "non electo", tal y como le recordó la política lucense en el único debate al que aceptó acudir el popular.
¿Por qué se ve en entredicho el que parecía un poder inexorable del PP? Por cuestiones como los datos que afloran en el último barómetro de las gallegas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) previo al 18-F. No solo proyecta una horquilla que en máximos dejaría al Bloque con un resultado histórico de 31 escaños, también revela a qué potenciales votantes han conquistado o seducido. Y aquí es clave la edad. El BNG se perfila como líder de intención de voto por encima del PP en la siguientes cohortes de edad: entre 18 y 24 años (40,6% frente a 20,6%), de 25 a 34 años (36,2% frente a 21%) y de 35 a 44 años (34,7% frente a 23,6%).
Según el CIS, Pontón es la candidata mejor valorada y se situaba, a solo una semana de las votaciones, a escasas nueve décimas de superar a Alfonso Rueda como favorita para presidir la Xunta. Es decir, el mismo Ejecutivo autonómico que ahora preside él. Son solo proyecciones, pero apuntan a una clara dirección, que el nacionalismo que antes se veía focalizado en un segmento muy concreto de la sociedad gallega ha sido capaz de llevar los mismos mensajes y reivindicaciones a donde antes parecía que no había llegado a calar. ¿Por qué? Si se pregunta entre las filas del BNG, no hay duda alguna.
"Ana es una mujer que genera mucha confianza, muy optimista, con mucha capacidad para escuchar y empatizar", destaca Goretti Sanmartín para El HuffPost, quien tras los pasados comicios del 28-M no solo se convertía en la primera alcaldesa de la capital gallega por el Bloque, sino en la primera mujer en ostentar el bastón de mando en el Pazo de Raxoi. Catedrática en Filoloxía galega y escritora, la regidora compostelana conoce muy bien la trayectoria de Pontón.
"En su evolución ha conseguido una solidez muy grande, un conocimiento muy grande del país y ha construido a su lado equipos de trabajo muy fuertes. El saber rodearse de personas que saben lo que necesita este país y saben cuáles son las alternativas, es lo que lleva haciendo todo este tiempo", destaca la también integrante de la Real Academia Galega, apuntando que esa "capacidad de generar confianza, buenas vibraciones, espíritu positivo" se suman características clave para un político como "el rigor, la solidez y la capacidad de construir equipos, de pensar en colectivo".
La palabra colectivo se torna esencial también en la historia de Pontón, no solo por haber ampliad. La mujer que recogió un Bloque descosido fue logrando atraer a figuras que se habían echado a un lado o, directamente, que se habían pasado a En Marea. Fue muy sonado el caso de Alexandra Fernández que volvió a dar su apoyo al BNG tras el choque con Podemos por la no creación del grupo parlamentario gallego en el Congreso, pero no fue el último. Y la prueba de ello está en lo que ocurrió el pasado 13 de enero.
A solo un mes de las elecciones gallegas y tras más de una década separados, Ana Pontón y el exalcalde compostelano Martiño Noriega, líder de Anova, firmaban un documento político de colaboración para el 18-F, en una muestra de unidad sin precedentes desde la propia constitución del Bloque en su génesis -es una organización conformado por distintos partidos o movimientos-.
Pero la imagen que dejó el acto de rúbrica era mucho más potente aún que la unión. Un emocionado Xosé Manuel Beiras -en Galicia continúa siendo uno de los grandes referentes de la izquierda y el nacionalismo gallego- observaba en primera fila cómo Martiño Noriega, la misma persona a la que habían sondeado desde Sumar para ser su candidato, estrechaba la mano de Pontón y ponía punto y final a un capítulo demasiado largo.
La otra gran clave que sobrevuela al éxito de Ana Pontón la detalla la eurodiputada del BNG, Ana Miranda, para El HuffPost desde Bruselas. Conoció a su actual portavoz nacional, tras despuntar como parlamentaria autonómica, en una salida a Brasil en la que reunieron con el equipo de Lula da Silva y representantes de la izquierda mundial. "Ya se veía a una parlamentaria muy despierta, muy trabajadora", recuerda.
Esa relación fue a más durante su etapa como portavoz parlamentaria del BNG. "No solo descubrí a una líder, sino a una persona muy amable", rememora la voz del Bloque en Europa de cómo Pontón se empapaba de todas las cuestiones internacionales de relevancia para Galicia, como el medio ambiente o la Política Agraria Común (PAC). En 2016, ya con Pontón como portavoz nacional, esos vínculos se agrandaron en distintos viajes que las llevaron a pasar por distintos países de Sudamérica: Argentina, Uruguay, Chile, Colombia... muchos de los puntos neurálgicos de la diáspora gallega. Por eso, aunque sorprendió mucho a nivel estatal, no es de extrañar que el exmandatario uruguayo Pepe Mújica haya pedido el voto para ella a la población emigrante.
Sin embargo, Miranda también pone la lupa más allá. En esa etapa descubre su forma de ser, en otras palabras, las vidas más allá de la política. Por aquel entonces, Miranda sufrió un duro momento con la pérdida de sus padres. Cuenta que Pontón, que siempre se había interesado por cómo estaban, el día en que murió su padre no solo acudió a darle su apoyo. Se quedó durante todo el día a su lado: "Aquellos abrazos no eran solo de una líder sino que eran de una compañera".
"Viví la parte de ella más institucional e política, pero también la más humana", recuerda Miranda de las charlas sobre ser madre -Pontón tuvo una hija en 2020 y puso sobre la mesa de la última campaña las banderas del feminismo y la conciliación-, pero también de "los momentos duros en los que estuvo a la altura" y deja una reflexión. "Si es capaz de cuidar como cuida as sus padres o a los militantes, ¿cómo no va ser capaz de cuidar a un país?".
"Siempre me pareció una persona súper firme, con las ideas muy claras, con mucha valentía y a la que no hace callar cualquiera", subraya Ana Miranda para poner el foco en lo que se traduce todo ello: "Un perfil homologable al de cualquier líder, la veía presidenciable". Y, precisamente, esta es la característica presente en cualquier análisis político del 18-F, que el gran triunfo de Pontón es haber convertido el lejano sueño de que el Bloque gobierne la Xunta en una posibilidad muy real. Pero esa otra parte de la historia de Ana Pontón, aún se terminará de escribir este domingo en las urnas.