Abusos en el seno de la Iglesia: "Te metía mano por debajo del pantalón. Primero por los genitales, después el muslo y las nalgas"
Un nuevo documental, "Todos lo sabían", aborda las agresiones sexuales a alumnos de colegios religiosos durante los años 60 y 70 en España. "La Iglesia debe entender que un abuso primero es un delito y luego un pecado. No al revés", dice una víctima.

"Yo he ordenado a mis hijos que se mantengan bien lejos del padre Marcelino". Una profesora del colegio Highlands El Encinar de Madrid, que también tiene escolarizados a sus pequeños en el mismo centro escolar, deslizó hace unos meses a otra madre sus temores acerca de la figura de Marcelino de Andrés, el capellán de su colegio.
El cura, de 57 años, ha sido ahora denunciado y detenido por presuntamente haber agredido sexualmente a varias niñas de seis años. Según las menores, el religioso las llevaba a un sitio “secreto” del patio, en el que presuntamente se producían las agresiones. Una de las niñas contó a sus padres que el sacerdote "les bajaba el pantalón, les metía la mano por dentro de las braguitas y les tocaba sus partes", según Libertad Digital.
El atestado policial del caso relata igualmente que las niñas contaron a dos maestras del colegio las situaciones que habían vivido en los últimos meses con el párroco. Pero las docentes no habrían dado importancia a sus testimonios y sólo les recomendaron no quedarse solas con el padre Marcelino. "No pasa nada", les dijeron.
Lo cierto es que algunos padres ya mostraron recelos sobre el capellán al conocer que fue secretario personal y estrecho amigo de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y expulsado de la Iglesia Católica por el papa Benedicto XVI por su implicación en abusos sexuales contra unos 60 menores. Pero ni su pasado, ni el temor de los padres ni los primeros testimonios de las niñas a docentes del colegio sirvieron para evitar que las menores cayeran en manos del presunto agresor.

El caso de Marcelino es el último de una larga lista de abusos a menores cometidos por religiosos en nuestro país. Muchos de los casos han quedado tapados por el tiempo y la vergüenza de las propias víctimas, mientras otros se van conociendo cuando los afectados son capaces de enfrentarse a su pasado y relatar las agresiones sufridas.
En octubre de 2023, el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, entregó en el Congreso de los Diputados un informe sobre los abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia española a lo largo de las últimas décadas. Un documento que recibía el nombre de "Una respuesta necesaria" y que se nutría del testimonio de 487 víctimas (87% de ellas, hombres) que habían sufrido "sentimientos de soledad" cuando habían dado "el paso de denunciar". Muchos, todavía en el presente, arrastran problemas emocionales y de conducta como consecuencia de los abusos sufridos.
El informe destacaba igualmente que la pederastia en la Iglesia española ha sido "ocultada y negada" por su jerarquía eclesiástica durante décadas. De ahí que no pueda darse una cifra concreta sobre el número de víctimas. Un estudio de GAD3, incluido en el informe, estimaba que el 1,13% de la población adulta actual, unas 440.000 personas de 38,9 millones de adultos, habrían sufrido abusos en el ámbito religioso.
La Iglesia, muy enfadada tras la publicación de este informe, criticó dicha cifra al entender que partía de una mera extrapolación de datos y defendió su labor a la hora de investigar los casos denunciados. Algo que el Defensor del Pueblo también negaba: "Los testimonios recogidos muestran que la respuesta (de la jerarquía eclesiástica) ha sido insuficiente, dilatoria... y que las víctimas pocas veces han sido atendidas".

Un nuevo largometraje documental, Todos lo sabían, muestra nuevos testimonios de víctimas de abusos sexuales por parte de representantes de la Iglesia católica. Como José Luis, quien recibió de manos de su cuñada una carta de despedida escrita por su hermano Javier. En ella, el chico relataba los abusos sufridos en el internado de Puente de la Reina (Navarra) donde estudiaron de niños. El dolor por el daño sufrido fue tal que acabó suicidándose tras elaborar el manuscrito.
O varios exalumnos del Colegio del Puy de Estella-Lizarra, donde el padre José San Julián abusó sexualmente de niños durante 15 años de forma ininterrumpida. "Delante de todos los compañeros te empezaba a meter la mano por debajo del pantalón corto. Primero por los genitales, después el muslo y las nalgas. Hasta meterte un dedo en el ano", explica una de las víctimas en el documental. Cuando el escándalo ya era imposible de tapar, el arzobispado de Pamplona trasladó al cura a la capital navarra para seguir dando clases en otro instituto de esta ciudad. Después, fue administrador de fincas de la Iglesia. Nunca fue apartado ni juzgado por sus delitos.
Iratxe Pérez, la directora del documental, comenzó precisamente en Estella - su pueblo - la recopilación de estos testimonios sobre abusos que vertebran su documental. "La localidad tiene unos 14.000 habitantes y se calcula que mil de ellos fueron víctimas. Es decir, toda la generación de mis padres", asegura en una entrevista telefónica con El HuffPost.
La cinta suma en total el relato de hasta 27 víctimas de todo el país y a nivel europeo, intercalados con animaciones descriptivas de los casos y fotografías de archivo. Los traumas que deja la experiencia de los abusos es uno de los hilos conductores de la película. "No puedo expresar mis sentimientos. La gente se piensa que soy una persona fría", dice una de las víctimas del padre José San Julián. "Me siento una mierda, siento que no valgo nada", asegura también Mariví, que recibió abusos por parte de una monja.
Muchos de los protagonistas del documental fueron conscientes de su condición de víctimas décadas después, al ver reflejadas sus experiencias en otros testimonios o incluso en obras de ficción. "Yo me di cuenta a mis 55 años cuando vi La mala educación de Pedro Almodóvar. Vi que lo que le pasaba al protagonista me había ocurrido a mí", señala la misma mujer.
El miedo a enfrentarse a ese pasado, la sensación de soledad y la propia vergüenza también condenan a muchos a no decir nada. Uno de los psiquiatras que participa en el largometraje lo resume así: "No hay mayor transmisión de traumas que el silencio". Sobre todo cuando, muchas veces, se pone en cuestión su testimonio. "Lo peor para una víctima es la revictimización constante, el no ser creída, que se siga diciendo que son casos minoritarios o que los abusadores son sólo garbanzos negros en un puchero", asegura Pérez.
Además, la directora recuerda la dificultad que tienen las víctimas para que sus casos sean investigados o judicializados, así como acceso a una reparación económica. "Muchos casos ya han prescrito porque los hechos se produjeron en los años sesenta o setenta, al amparo de una dictadura. Y lo que se solía hacer con los agresores era apartarlos y trasladarlos a otra localidad, donde seguían sumando nuevas víctimas. Incluso, cuando la situación llegaba al límite, se les trasladaba a países de América Latina", razona.
En la Iglesia, según las propias víctimas, ha imperado el "silencio" ante estos casos. De ahí que Pérez no tenga ningún reparo en asegurar que su obra es "parcial", porque se pone indudablemente de su lado. El documental, eso sí, recoge las palabras de figuras destacadas de la iglesia católica española como el actual arzobispo de Madrid, José Cobo, o el arzobispo de Pamplona y Tudela, Florencio Roselló. Este último, incluso, acudió al estreno de la película y se ha posicionado públicamente a favor de resarcir económicamente a las víctimas.
Pero no todos en la Iglesia española son partícipes de la misma opinión. El Gobierno ofreció hace unos meses a la curia un modelo mixto en el que Estado e Iglesia cooperararían en la creación de un fondo estatal para pagar las indemnizaciones “en aquellos casos que por prescripción del delito u otras causas” sea imposible denunciar penalmente. Los obispos, sin embargo, no quieren que un organismo ajeno recopile sus casos y decida lo que hay que abonar, sino que apuesta por sus tribunales canónicos. En enero, de hecho, abrieron un canal al margen del Estado para que las víctimas puedan llegar por correo electrónico y postal sus solicitudes de reparación.
Pérez ve relevante que se garantice la ayuda económica para las víctimas, con el objetivo de sufragar gastos derivados del tratamiento psicológico o psiquiátrico al que se ven abocado muchos de ellos. Normalmente, de por vida. Pero también exige un reconocimiento hacia las mismas. "Esa es la reparación más importante que se les puede dar", asegura. En el pase de este miércoles en los cines Golem de Madrid, una de las víctimas resumió de forma nítida el sentir general de todos los 'supervivientes': "La Iglesia debe entender que un abuso primero es un delito y luego un pecado. Y no al revés".