Hay un objeto hundido en el océano que cayó de las estrellas y podría cambiar la vida en la Tierra
Podría servir para demostrar la existencia de vida extraterrestre.
IM1. Ese es el nombre del meteorito interestelar que podría cambiar la vida en la Tierra. En concreto, el objeto cayó en el océano Pacífico, y puede ser clave para descubrir si realmente existe o ha existido vida extraterrestre.
Para arrojar luz sobre el IM1 (que tiene un metro de tamaño) el físico teórico y profesor de la Universidad de Harvard, Abraham ‘Avi’ Loeb, ha emprendido una expedición al Pacífico, tal y como él mismo ha contado en El Confidencial.
El experto justifica que aunque muchos científicos califiquen como improbable el hallazgo de una reliquia perteneciente a otra civilización tecnológica, a él le parece “de sentido común” tratar de buscar “basura espacial del tipo que producimos, ya que hay miles de millones de planetas similares a la Tierra en la Vía Láctea”.
Se han hallado 537 esférulas
En ese sentido, el físico ha logrado encontrar ya nada más y nada menos que 537 esférulas que, quizás, puedan dar un vuelco a la historia tal y como la conocemos hasta ahora. Loeb subraya que “el descubrimiento de basura interestelar de nuestros vecinos cósmicos cambiaría el futuro de la humanidad”, por ello “la basura extraterrestre es nuestro oro”.
El profesor de la Universidad de Harvard asegura que “durante los últimos diez mil millones de años, otras civilizaciones tecnológicas podrían haber ensuciado el volumen del disco de la Vía Láctea con numerosos artefactos disfuncionales. Esta basura podría haberse acumulado en el espacio interestelar como los plásticos en el océano”.
De esta forma, ese primer encuentro con los extraterrestres no se daría con criaturas o con artilugios funcionales (tal y como narran numerosas películas de ciencia ficción), sino que lo más probable sería que se hallaran desechos disfuncionales que responderían a restos tecnológicos interestelares.
En cualquier caso, el siguiente paso del equipo de Abraham ‘Avi’ Loeb es realizar un análisis de composición que trate de revelar de dónde proceden realmente esas esférulas recuperadas del lugar en el que cayó el meteorito interestelar IM1.
Para el experto, demostrar la existencia (aunque fuera ya pasada) de unos ‘vecinos cósmicos’ supondría un cambio de paradigma que “liberaría nuestra mente de su frustrante enfoque de estar pegados a la Tierra” y nos haría tener una visión más amplia que cambiaría nuestras prioridades.