Desconcierto científico tras descubrir dos continentes en las profundidades que afectan la estabilidad de la Tierra
Una de esas estructuras se encuentra bajo el Océano Pacífico y la otra bajo el continente africano.

Dos extrañas estructuras minerales de gran tamaño (una situada bajo el Océano Pacífico y otra bajo África) pueden estar complicando las mediciones de los geólogos al encontrarse sobre el núcleo, lo que ralentiza las ondas sísmicas.
Esos dos continentes hundidos cerca del núcleo de la Tierra a los que los científicos llaman "grandes provincias de baja velocidad" cuentan con hasta 900 kilómetros de altura y miles de kilómetros de ancho.
En un reciente estudio publicado en la revista Nature, un equipo de investigadores ha examinado la conexión entre esas superestructuras "hundidas" cercanas al núcleo terrestre y las placas de la superficie.
Tal y como recoge Science Alert, Paula Koelemeijer, sismóloga de la Universidad de Oxford, ha destacado que "es fascinante ver los vínculos entre los movimientos de las placas en la superficie de la Tierra y las estructuras a 3.000 kilómetros de profundidad en nuestro planeta".
"Nuestros modelos de circulación del manto durante los últimos mil millones de años muestran que las grandes provincias de baja velocidad pueden desarrollarse de forma natural como consecuencia del reciclaje de la corteza oceánica", han explicado los científicos.
"La provincia del Pacífico de alta velocidad y baja velocidad está enriquecida en corteza oceánica subducida, lo que implica que la reciente historia de subducción de la Tierra está causando esta diferencia", han detallado los investigadores.
Desequilibrio del campo magnético de la Tierra
Por otro lado, los autores del estudio han resaltado que "el hecho de que estas dos grandes provincias de baja velocidad difieran en composición, pero no en temperatura, es fundamental para la historia y explica por qué sísmicamente parecen ser iguales".
Una de las principales conclusiones de la investigación es que las dos mencionadas estructuras no permiten que el calor del núcleo se disipe uniformemente a ambos lados de nuestro planeta, lo que podría estar desequilibrando nuestro campo magnético.