'Dexter'. Una muerte indigna. Obituario seriéfilo III
Ahora, casi siete años después, ya no tenemos a Dexter y yo, como al final de cualquier relación importante sólo me quedo con lo bueno, le echaré de menos. Hasta aquí la concesión sentimental. A partir de ahora el análisis. (ATENCIÓN, SPOILERS)
El 1 de octubre de 2006 teníamos a Benedicto XVI, a Pinochet y a Sadam Hussein. Aún así, se ve que todavía había hueco para que otro villano empezara a formar parte de nuestras vidas, aunque fuera desde la ficción. Ahora, casi siete años después, ya no tenemos a Dexter y yo, como al final de cualquier relación importante sólo me quedo con lo bueno, le echaré de menos. Hasta aquí la concesión sentimental. A partir de ahora el análisis.
SPOILERS DE LA PRIMERA A LA OCTAVA TEMPORADA. Obviamente, lo primero que llamó la atención de Dexter cuando se estrenó es que por primera vez no sólo se nos presentaba un asesino como protagonista en una serie de televisión, sino que se conseguía que el espectador empatizara con él. Vale, sí, ya conocíamos a antihéroes como Tony Soprano, pero el mafioso de Nueva Jersey mataba por exigencias de su profesión, mientras que el forense más conocido de Miami comenzó a hacerlo únicamente por exigencias de su propio instinto, redirigido por su padre con el objetivo de asesinar a criminales indemnes.
Con el paso de las temporadas, otra cosa fue llamando mi atención de Dexter: el sentido de cada temporada dentro de la estructura de la serie. Cada temporada es, salvo por alguna tímida línea horizontal, autoconclusiva y para mí, el gran acierto de ellas es que su subtexto se centraba en un aspecto de la vida del asesino en serie.
- En la primera temporada, descubrimos los orígenes de Dexter, su familia, su baño de sangre y terminamos sabiendo que el asesino del camión de hielo no es otro que su hermano. Comprendemos de dónde viene la pulsión oscura de nuestro protagonista.
- En la segunda temporada se plantea el aspecto sentimental en la vida de Dexter. Por primera vez, un tipo incapaz de sentir, alberga emociones de algún tipo hacia la que termina por convertirse en su antagonista de la temporada, Leila, que termina con un final trágico para ella en París.
- La tercera temporada se centra en la amistad. Por primera vez Dexter encuentra a un colega en quien confiar y con quien compartir su pasión por la sangre: Miguel Prado. Lástima que, como ya viene siendo costumbre, todo se le tuerza y tenga que matarlo.
- La cuarta temporada, la más brillante de la serie y para muchos la que debería haber sido la última, supone el acercamiento de Dexter a su yo futuro: Trinity, el asesino en serie que trata de compatibilizar la vida aparentemente normal que nuestro protagonista anhela con su actividad criminal. Interpretado por John Litgow, el personaje de Trinity ha sido, sin lugar a dudas, el mejor antagonista de Dexter y la muerte de Rita a sus manos el final de temporada más escalofriante de la serie. Si al principio de la temporada se planteaba un "¿Podrá Dexter compaginar su lado oculto con una vida familiar convencional?" la respuesta al final era un no tajante.
Una magnífica cabecera que pasará a la historia.
- La quinta temporada, con un cambio de showrunner, trató de salvar los muebles con una tesis peregrina, pero plausible: la redención. Dexter protege a la que podría haber sido víctima de uno de los criminales a los que él suele ajusticiar. La fantástica interpretación de Julia Stiles ayudó a pasar el trago de haber dejado lo mejor de la serie atrás. Y Johnny Lee Miller como antagonista funcionó como el reloj al que su personaje hacía referencia casi constantemente.
- Con la sexta temporada de nuevo se anunció un cambio de showrunner algo que yo creo que tiene que ver con la gran debacle que sufrió la serie. El tema central de la temporada era el mentorazgo, personificado en un psicópata religioso interpretado por Edward James Olmos y en su joven aprendiz encarnado por Colin Hanks, espejo de la relación entre Dexter y su padre muerto. La idea no era mala. El desarrollo fue nefasto, incluyendo el -en mi opinión completamente desperdiciado- momento en el que Debra descubre la afición oculta de su hermano. Sin duda si hubiese que borrar una única temporada de Dexter, yo eliminaría ésta sin pestañear.
- En la séptima poco importaba ya lo que ocurriera. Más ritmo sí, pero esquemas repetidos, ningún tipo de espejo con el personaje protagonista que no hayamos visto ya en otras temporadas. Y poca emoción. Como si Dexter se volvía a enamorar de una psicópata. Como si Debra seguía enamorada de él. Como si aparecía Ray Stevenson. Una temporada mejor que la sexta, pero ¿es que cabía la posibilidad de que fuera peor?
- La octava y última empezaba con buen pie. Nos presentan a la doctora Vogel y pronto sabemos que conoce el secreto de Dexter y que le fue revelado por Harry, su padre, cuando Dexter aún era un niño. Pero todo se desvirtúa. Aparece un nuevo elemento interesante, que podría haber dado cuerpo a una temporada bien estructurada: la figura del aprendiz, Zach, el hijo espiritual al que Dexter podría haber transmitido su sabiduría, el mentorazgo desde la posición inversa a la que nos fue mostrada en la sexta temporada, pero zas, de nuevo desaparece ese hilo para tratar de remontar con otro psicópata, el hijo de la propia doctora Vogel. Un caos. Algunos ingredientes adecuados, pero cocinados de tal forma que el plato, en el mejor de los casos, no sabe a nada.
Y el postre... Es curioso que en su último capítulo Dexter trate de forma tan abierta el tema de la muerte digna porque es una serie que de haberla tenido, habría terminado hace por lo menos tres años. Pero el daño ya estaba hecho. El personaje de Debra se merecía otro final: la aguerrida y dura hermana de Dexter tiene una muerte completamente anticlimática. Y qué decir de su hermano... Terminar la serie con Dexter vivo trabajando en un aserradero tal vez es una manera de dejar al personaje en un paréntesis, por si fuera necesario recuperarlo en algún momento, pero supone no tener ningún tipo de deferencia ni con los espectadores ni con la serie. Te echaré de menos, Dexter Morgan, pero para mí falleciste en tu lancha, después de tirar el cadáver de tu hermana al mar, tal y como te hemos visto hacer con otros cuerpos tantas veces a lo largo de estos casi siete años.