Lecciones de la crisis
El esfuerzo en los últimos meses ha sido notable y creemos que con la unión bancaria se solucionarán los problemas que puedan crear los bancos. No obstante, también debemos reforzar los mecanismos que reduzcan los desequilibrios fiscales entre países para tener coordinación entre todos.
Parece que ya podemos confirmar que España ha salido de la recesión. No obstante, como comentaba recientemente el ministro Luis de Guindos, "nos queda mucho por delante y nos queda mucha crisis por delante". Sin duda alguna, la salida de la recesión es una noticia positiva pero, como bien recalca el ministro, aún queda mucho trabajo por delante.
Una de las mayores lecciones que nos ha dado esta crisis es la falta de instrumentos con los que contaban las instituciones europeas para hacer frente a la crisis. Creamos una unión monetaria sin unión económica ni fiscal acordes, con grandes desequilibrios entre los diferentes países y, además, nadie fue capaz de prever qué se haría en caso de crisis. Ahora hemos aprendido que no sólo debemos intentar solucionar los problemas actuales, sino preparar las instituciones europeas para futuras crisis. El objetivo es simple, que los ciudadanos no vuelvan a pagar los errores por la mala gestión política y por las crisis financieras provocadas por los bancos. Para ello, debemos crear instituciones que limiten las decisiones mal tomadas en momentos de crisis.
El esfuerzo en los últimos meses ha sido notable y creemos que con la unión bancaria se solucionarán los problemas que puedan crear los bancos. No obstante, también debemos reforzar los mecanismos que reduzcan los desequilibrios fiscales entre países para tener una mínima coordinación entre todos. Precisamente aquí, en El Huffington Post, defendí hace tres semanas la necesidad de crear mecanismos como la mutualización del seguro de desempleo, una idea que el Fondo Monetario Internacional apoyó como un instrumento eficaz para acercarse a una mayor unión fiscal. De todos modos, necesitamos seguir avanzando.
En los últimos años vimos cómo la solución más fácil de suavizar la crisis pasaba, para algunos expertos, por estimular el gasto público, sin importar la deuda que se dejase para las futuras generaciones. De esta manera, algunos optaron por estimular la demanda interna a través de grandes inversiones que crearon déficits descontrolados. La doble ventaja de esta política fue que los efectos positivos se materializaron a corto plazo, mientras que los inconvenientes, como la deuda generada, se materializaron, o mejor dicho se sufrieron, a largo plazo, cuando el Gobierno que había hecho el estímulo ya no estaría gobernando. En vez de debatir sobre cómo deberíamos adecuar los gastos a los ingresos, nos dedicamos a construir carreteras.
En este contexto, se crea en Europa el famoso Two-Pack, dos reglamentos por los cuales la Comisión Europea revisará los presupuestos de los diferentes países y podrá realizar recomendaciones con respecto a los mismos. Así conseguiremos que en periodos de crisis, cuando un político se vea tentado a presentar unos presupuestos cuyo único objetivo sea incrementar el gasto público, pueda frenarse por las advertencias de la Comisión.
Es difícil decir que esta medida podría haber frenado la crisis de deuda de los últimos años, probablemente en parte, pero es cierto que si España hubiese contenido más el gasto público en los primeros años de la crisis y se hubiese planteado un plan de futuro, tal vez ahora la consolidación fiscal hubiera sido menos agresiva y los ciudadanos no habrían sufrido tanto. Esperemos que en el próximo año se puedan aprobar muchas medidas de este tipo para que los ciudadanos se sientan más protegidos por las instituciones europeas.