Feliz cumpleaños, señor Redford
No tenía la brutalidad de Marlon Brando, ni el toque canalla de John Cassavetes o Steve McQueen, ni -aún siendo un hombre muy guapo- la deslumbrante belleza de Paul Newman. Robert Redford es un actor siempre correcto y elegante, un tipo tranquilo y ecologista, un director comprometido con las circunstancias de su tiempo.
Foto: REUTERS
Robert Redford acaba de cumplir ochenta años, convertido en un icono para varias generaciones. Supongo que las jovencitas que van hoy al instituto no llevan sus fotos en las carpetas (si es que todavía se siguen llevando fotos de tus artistas admirados en las carpetas, que no sé yo), quizá ni siquiera sepan de quién estamos hablando. Pero sus madres y sus abuelas, sí. Y sus padres, hermanos mayores y abuelos, también. Aquel chico que caminó descalzo por el parque con Jane Fonda, que recordaba cómo había sido al lado de Barbara Streisand, que se metió en la piel de Jay Gatsby en una versión con una Mia Farrow aún asustada después de conocer la auténtica semilla del diablo -y con una fascinante Karen Black y no tan desdeñable como apuntó la crítica de entonces-, que enamoró a medio mundo lavándole la cabeza a Meryl Streep, que se enfrentaba a la siempre indómita y admirable Debra Winger, que le hacía una proposición tan indecente como absurda a Demi Moore ante la pánfila mirada de Woody Harrelson, que intentó repetir el éxito de aquellas Memorias de África junto a Lena Olin pero no pudo ser, que formó pareja con Michelle Pfeiffer (¿dónde está Michelle Pfeiffer, por cierto?), que le susurraba a los caballos y a la gran Kristin Scott Thomas, que se empeñó en reflejar los problemas de la gente corriente o que mantuvo más de un interesante y legendario mano a mano con su amigo Paul Newman, con Dustin Hoffman y, más recientemente, con Brad Pitt, con quien más de uno encontró ciertas similitudes físicas y actorales. Son sólo algunos ejemplos. Hay más, claro, muchos más: su carrera es extensa. Y muchas de sus películas forman parte de aquellas sesiones de sábado tarde y de sábado noche que emitían por televisión española (la única televisión por entonces) y con las que muchos aprendimos a amar el cine. El buen cine. El cine clásico.
No tenía la brutalidad de Marlon Brando, ni el toque canalla de John Cassavetes o Steve McQueen, ni -aún siendo un hombre muy guapo- la deslumbrante belleza de Paul Newman. Robert Redford es un actor siempre correcto y elegante, un tipo tranquilo y ecologista, un director comprometido con las circunstancias de su tiempo. Creador del célebre festival de Sundance, de donde proceden tantas buenas historias que pertenecen al cine independiente desde 1983. Robert Redford, un clásico. Aunque la mayoría de las jovencitas de hoy en día no sepan quién es, ni lleven las fotografías de sus años gloriosos en sus carpetas escolares, si es que, como digo, esto, entre la caza de Pokémons y tanta jauría de artistas efímeros, todavía está de moda.
Lo dicho: feliz cumpleaños, señor Redford.