De la Toledo isabelina a la Toledo imperial
Una colina mirando al río y sobre la colina un Alcázar que recuerda algunos de los renglones torcidos de nuestra historia.
Cuenta la leyenda que el ángel que protege la ciudad de Toledo desde lo alto de la puerta de la Bisagra, inmóvil y espada en mano, se las tuvo que ver, en cierta ocasión, con la mismísima peste, que estaba dispuesta a asolar la ciudad.
Después de un tira y afloja, el ángel no tuvo más remedio que dejarla entrar pero con la condición de que se llevara tan sólo a siete personas. Al marcharse, pocos días después, había dejado un reguero de más de siete mil muertos. El ángel, incisivo, le pidió cuentas, a lo que la peste respondió: “Sólo maté a siete, el resto murieron presa del terror y del pánico”.
Tanto monta, monta tanto
Toledo ha sido un crisol de culturas y esto se refleja en cada uno de sus rincones y callejones. Uno de esos lugares es el monasterio de San Juan de los Reyes, construido por el arquitecto bretón Juan Guas –allá por el año 1477-, lo hizo en estilo gótico-hispano-flamenco, que no es otra cosa que la unión del gótico flamígero con el mudéjar castellano. El lugar elegido fue el Monte del Alcohol, en el cual estaba ubicado tiempo atrás un mercado en el que podían comerciar judíos, árabes y cristianos.
Un año antes los Reyes Católicos obtuvieron la victoria en Toro, inclinando la balanza a su favor en la pugna que mantenían contra Juana la Beltraneja por la sucesión al trono de Castilla. Para conmemorar este triunfo mandaron construir el monasterio, en donde pensaron ser enterrados cuando llegase el momento.
A lo largo de todo el edificio están presentes los emblemas de los Reyes Católicos: el águila nimbada de San Juan Evangelista sobre el escudo de los monarcas, con forma cuartelada en la que aparecen recogidos los escudos de Castilla, León, Aragón y Sicilia.
En el primer y cuarto cuarteto aparecen representados el castillo y el león rampante, que representan a Castilla y León, respectivamente. En el segundo y tercer cuarteto se pueden observar las cuatro barras verticales de Aragón y el águila imperial de Sicilia. Bajo el escudo, y a ambos lados, aparecen las divisas de Fernando (flechas) y de Isabel (yugo con el nudo gordiano cortado).
Habría que esperar a la conquista de Granada (1492) y a la incorporación del reino de Navarra a la corona de Castilla (1515) para que se añadieran nuevos elementos al escudo de los Reyes Católicos.
Al viajero advertido sorprende la presencia de grilletes o cadenas en la pared exterior del monasterio, son las de los presos cristianos que fueron liberados tras conquistar el reino de Granada.
Un desnudo integral
Un patio central con galerías sobre arcadas y una planta rectangular con cuatro fachadas unidas por torreones, así es el Alcázar de Toledo. Un edificio que ha visto transitar algunas de las más violentas pulsiones de la historia de nuestro país: desde el movimiento comunero hasta la Guerra Civil, pasando por la guerra de Sucesión o la invasión napoleónica.
En el patio del Alcázar se levanta una escultura de Carlos V, la encargó el emperador en persona a Leone Leoni, el escultor italiano que trabajó como acuñador de monedas. La escultura fue concluida cuatro años después de su fallecimiento en Yuste por lo que nunca pudo verla terminada.
Tiene una armadura desmontable, de forma que el emperador pueda aparecer armado –siguiendo el patrón romano- o desnudo –una modalidad reservada a los dioses-. La copia conserva algún desperfecto ocasionado durante el asedio, como un agujero situado a nivel de la zona abdominal provocado por la metralla. La escultura original se encuentra actualmente en el Museo del Prado.
Una última curiosidad, en las proximidades del Alcázar se encuentra el monumento a la Gesta del Alcázar -edificado en 1961-, se levanta sobre un diseño, en piedra blanca, del águila de San Juan, la cual sólo es visible desde las alturas, un símbolo reutilizado por la dictadura franquista.