La violencia sexual se cuela en las pantallas de los adolescentes
Ricardo Ibarra es director de la Plataforma de Infancia.

La violencia sexual entre adolescentes no deja de aumentar, y la puerta de entrada más grande para ejercer y sufrir esta violencia es una pequeña pantalla que siempre les acompaña y cada vez a una edad más temprana. Un 60 por ciento de las y los adolescentes ha sufrido algún tipo de violencia sexual en el entorno digital
En un solo día, y a través de su pantalla, les pueden pedir nudes, recibir fotos sexuales sin consentimiento o que se cree con IA contenido íntimo sexual de personas a las que conocen, concretamente 1 de 4 chicas y chicos ha visto crear este tipo de imágenes.
Niñas, niños y adolescentes se pasan media vida en Internet recibiendo y compartiendo mensajes sin entender del todo sus peligros, normalizando una sexualidad basada en la violencia. Las madres y padres tampoco saben cómo acompañarles. La carencia de educación y alfabetización digital, no solo de los hijas e hijos, sino también de la comunidad educativa y la nuestra propia les deja en una situación de vulnerabilidad ante el maremágnum de aplicaciones que existen y su constante cambio.
El entorno digital se ha convertido en un escenario en el que agredir es sencillo y defenderse es complicado. La falta de regulación efectiva a las plataformas digitales, los límites insuficientes en el acceso a contenidos inapropiados y la escasez de obligaciones, generan una serie de dinámicas en el entorno digital en el que la violencia queda impune.
Este impacto de la violencia sexual tiene consecuencias, donde más del 84% de los adolescentes manifiestan sufrir efectos a largo plazo especialmente en el plano de la salud mental y dificultades para establecer relaciones sentimentales. Unos efectos que sobre todo impactan a los más vulnerables ante la imposibilidad de costear los tratamientos psicológicos necesarios.
Cuando los adolescentes se enfrentan a la violencia sexual, les cuesta mucho contarlo por miedo a que le quitemos importancia, les pongamos en duda, les juzguemos o les culpemos. Además, cuando esto les ocurre no saben cómo y dónde acudir porque no existen mecanismos de denuncia claros y adaptados a sus necesidades.
En el ámbito judicial, la respuesta que se da a niñas, niños y adolescentes víctimas de violencia sexual, es fundamental y en muchos casos, no respeta sus derechos. Más del 65 por ciento de los procesos duran más de 3 años, así como las víctimas tienen que declarar hasta tres veces antes del juicio teniendo que revivir la agresión una y otra vez.
Denunciar no debería ser un acto de valentía para los adolescentes, si no una garantía para conseguir lo antes posible su recuperación. Es fundamental también prevenir a través de la educación afectivosexual, basada en valores como el respeto y el consentimiento.
Tenemos un gran reto por delante como sociedad, prevenir una violencia sexual que se ejerce en el espacio de intimidad de las y los adolescentes, que se cuela en la cotidianidad de sus pantallas, mientras están en el salón de su casa, en su habitación, en el parque.
Tengo claro que todas y todas somos responsables del aumento de la violencia sexual entre adolescentes y que necesitamos políticas públicas que miren de frente a este problema para garantizar una adolescencia sin violencia sexual.