El pasado juega a la ruleta
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El pasado juega a la ruleta

Legalizar lo ilegal retorciendo o cambiando las leyes no es, pues, una excepción: ha venido siendo una regla de comportamiento.

El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, en una imagen de archivo.María José López / Europa Press via Getty Images

Federico Mayor Zaragoza suele emplear un proverbio de la tribu masai para explicar cuál es nuestra responsabilidad con la naturaleza. “La tierra no es nuestra, dice este pueblo africano, la cuidamos para entregarla a nuestros hijos….” Antes de conocer esta sentencia, muy actual a pesar de su condición ancestral, yo pensaba algo parecido al ver como en el sur de Gran Canaria se arrasaban dunas y palmerales en los felices 60 del estallido turístico; o como me llamaba incapaz de contener los disparates y la inacción de los almirantes y gobernadores un marino para denunciar la venta de solares en marea baja.

Y lo comprobé in situ: los mojones blancos solo se veían en bajamar. Con la marea alta quedaban a dos metros o más de la superficie. Todo muy bruto. “Estos serán puestos de trabajo”, argumentaban los gamberros medioambientales. Podían serlo cien metros atrás. Como dos hoteles construidos en los arenales de Corralejo, que con continuas argucias y enredos legales se han tomado prórrogas y más prórrogas al margen de sentencias olvidadas. Borradas por el desdén. Y construyendo ampliaciones a pesar de las prohibiciones expresas de Costas.

Y siempre, no falla, con los trabajadores como rehenes. O esto, o el paro, así que ya saben ustedes. Piensen en sus familias. “Con dos cojones”, presumen, hasta que los jueces se los corten y empiece la letanía del yo no lo sabía. La voluntad era buena, señor fiscal. Pero como sostiene un viejo aforismo de la Iglesia: el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

Hace nada, la ‘pertinaz sequía’ mezclada con una explotación suicida de los recursos hídricos, ha vuelto a encender las calderas del escándalo de Doñana. A pesar de las evidencias científicas, del sentido común, y de las imperiosas recomendaciones europeas, una vez más los alcaldes de la zona y hasta el alto mando del PP, tanto el de la facción andaluza como el español, apuestan por legalizar los pozos ilegales y con orden de cierre para mantener y aumentar la actividad agrícola.

La crisis no la han provocado quienes la advirtieron a tiempo, ni quienes se oponen frontalmente proclamando que la conservación de este humedal único en irreversible peligro de muerte depende del cumplimiento estricto de las leyes y de la utilización de aguas alternativas. De esto se sabe mucho no solo en Israel sino en Canarias, donde no hay ríos que eutanasiar con trasvases sin tino. Ni los ayuntamientos del enclave ni la administración autonómica han estado a la altura de las circunstancias. Debieran sentir vergüenza, pero esta es una cualidad que desconocen orgullosamente, por su incompetencia y sobre todo por boicotear soluciones técnicas apropiadas con argumentos de la derecha, como diría el inefable Bendodo, de barra de bar o de ventorrillo a las cuatro de la madrugada.

Lo grave es que esto no sea un hecho aislado; ni mucho menos. Forma parte de una ideología basada en que lo único que importa en la política es el negocio, y siempre de más o menos en al cuenta de resultados y en la capacidad de influencia. Proteger a los poderosos. Por eso no es de extrañar que sean los mismos que revisaron la ley de costas de 1988 de Felipe González que ya preveía las catastróficas consecuencias de la depredación insensata del litoral, y la sustituyeran por la muy permisiva de 2013, del gobierno Rajoy, sin duda influido por las tonterías de un primo suyo, relativista, o sea, negacionista, del calentamiento global, que, cómo no, se centró en legalizar muchos enclaves y urbanizaciones ilegales.

Legalizar lo ilegal retorciendo o cambiando las leyes no es, pues, una excepción: ha venido siendo una regla de comportamiento.

Estas semanas han retornado a la actualidad las graves consecuencias para España del cambio de las condiciones de apoyo a las renovables por el tándem Rajoy-Soria. Los inversores extranjeros afectados recurrieron a los tribunales internacionales y han venido ganando: esto lo han conseguido los que acusan al Gobierno de promover la inseguridad jurídica. Están buenos para dar lecciones.

España tiene que pagar miles de millones por la soberbia indolente de Rajoy, o echada para adelante de José Manuel Soria y su innovación mundial del impuesto al sol y al aire para disuadir al autoconsumo y hacerlo inviable; o sea, para mantener la presión mandona de los grandes monopolizadores de facto del mercado, amarrando a su molino la mano invisible que supuestamente lo regula en condiciones normales de presión y temperatura.

Se observa claramente, sin ninguna duda razonable, que ciertos constitucionalistas de golpe de pecho y mirada de reojo, subordinan sistemáticamente el interés general a los intereses particulares. Es importante recordar algunos artículos de la CE78:

Por ejemplo, Art. 45: “Todos tienen derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo.

2) Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la imprescindible solidaridad colectiva…

Item más. Art. 128.-Toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”. (¿Incluirá a Ferrovial?).

2. Se reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Mediante ley se podrá reservar al sector público recursos o servicios esenciales, especialmente en caso de monopolio, y asimismo acordar la intervención de empresas cuando así lo exigiere el interés general”.

Asombra que los consejeros de mesa camilla de Feijóo, con los que vino o con los que se encontró ya con el rabo torneado rondando por Génova 13, y sus finos y elegantes periodistas de cámara, muy atentos al constitucionalismo de pajita en el ojo ajeno no le hayan explicado estos matices de la Constitución de la reconciliación, que no es cosa de bobos ni de políticos lechuza, que miran fijamente, dicen uuuuhhh y oooohhh pero no se enteran de nada, o al menos no hay datos solventes sobre una especial actividad cerebral.

Ahora vuelve a estallar el caso de Doñana. Llegan las multas de la UE por un comportamiento que se ha deslizado hasta una abrumadora idiotez en el caso del vicepresidente de VOX en el gobierno castellanoleonés, presidido por el PP, el ultra abascaliano Juan García–Gallardo. Una vez más parece demostrarse que la ignorancia es muy atrevida, y que ‘ene’ veces repetida conduce a la muerte política por acumulación de la toxina del ‘ridiculum vitae’. Como decía Paracelso, el veneno es la dosis ( y a veces la diócesis si no se sale de Trento).

Lo que se hizo, se hizo; y lo que se dejó de hacer, se dejó de hacer. La lluvia de palabras no suele servir sino como un telón pasajero. Nunca dura lo que uno quisiera. Por ejemplo, que los escándalos no hicieran ruido, que se empantanaran para siempre, que las meigas, haberlas haylas. La gran esperanza blanca ha llegado, como la anterior, de las neblinas del nordés para recuperar los poderes perdidos, sin programas ni esas ‘tonterías’, solo con discursos que dan vueltas a la noria del ‘todo va fatal’, ‘esto es un desastre’, ‘vamos proa al marisco’, ‘Sánchez como Zapatero son culpables de lesa crisis’, ‘Ucrania es una disculpa’, ‘la pandemia fue una pantomima y un abuso de poder’, el volcán nada el otro mundo, el cambio climático, el feminismo, la sanidad pública de calidad, universal y gratuita…son cuestiones ideológicas de la izquierda radical….

El tope del gas, la burbuja ibérica, el plan europeo de recuperación, el keynesianismo como alternativa a las tijeras que recorte el bienestar de las clases medias… todo eran cuentos de la lechera, o de la cabrona de la caperucita, roja para más inri, echándole la culpa a un lobo indefenso y vegano.

Y claro, luego pasa lo que pasa. La ley de la gravedad, inamovible, hace a todos progresistas a la fuerza: el que se tira desde un precipicio sin red ni paracaídas, morre, salvo improbable milagro, sea de la religión, la raza o el partido al que pertenezca. Hay un ámbito burbuja donde sus habitantes creen que están al margen de todo lo que rige fuera, pero es una peligrosa ficción.

En muchas cuestiones capitales ha podido el grito y las amenazas y la desinformación a lo trumpista putinista sobre el cerebro y la responsabilidad. En el fondo, vuelve el ‘la maté porque era mía'.

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Empezó dirigiendo una revista escolar en la década de los 60 y terminó su carrera profesional como director del periódico La Provincia. Pasó por todos los peldaños de la redacción: colaborador, redactor, jefe de sección, redactor jefe, subdirector, director adjunto, director... En su mochila cuenta con variadas experiencias; también ha colaborado en programas de radio y ha sido un habitual de tertulias radiofónicas y debates de televisión. Conferenciante habitual, especializado en temas de urbanismo y paisaje, defensa y seguridad y relaciones internacionales, ha publicado ocho libros. Tiene la Encomienda de la Orden del Mérito Civil.

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