Más allá del foco mediático
La realidad es que nunca tantas personas habían necesitado antes del trabajo humanitario como ahora.
Violencias, conflictos, pandemia, pobreza, hambre, crisis climática, catástrofes naturales, todos ellos son factores que han agravado la situación de vulnerabilidad de millones de personas a lo largo del mundo en los últimos años, y en algunos casos la confluencia de varios de estos factores está agravando aún más situaciones que eran ya extremadamente dramáticas, como lo son la agresión ilegal a Ucrania, las crisis alimentarias que atraviesa el Sahel, la continua vulneración de Derechos Humanos en Palestina, o las consecuencias recientes del terremoto en Siria y en Turquía.
La realidad es que nunca tantas personas habían necesitado antes del trabajo humanitario como ahora y que ésta es una muestra pírrica de las crisis humanitarias activas en nuestros días, pero que por atención mediática sean probablemente las pocas que pasan por la opinión pública.
Hemos de tener muy presente que cuando hablamos de Acción Humanitaria, hablamos de salvar vidas, de prevenir y aliviar el sufrimiento humano, de promover y hacer preservar los derechos de la población y de atender sus necesidades básicas e inmediatas y, por tanto, para poder abordar estas crecientes necesidades en nuestro mundo actual, necesitamos mirada amplia para no dejar a nadie en el olvido.
En este sentido, y en un contexto internacional adverso, España está recuperando el 90% de recortes en ayuda humanitaria que nos dejaron los gobiernos de la derecha, y aunque nuestro crecimiento no esté alineado con el volumen de las demandas actuales, superamos el total de 150 millones de euros el año pasado, y recientemente dos hitos han reforzado la intención de que nuestro pais cobre más protagonismo en el ámbito humanitario, sumamente necesario para avanzar en la promoción de una cultura de paz en el mundo.
La nueva Estrategia de Diplomacia Humanitaria, nos sitúa como un país pionero en la armonización del conjunto de políticas nacionales con nuestra acción exterior. Con ello se persigue el doble objetivo de dar respuestas coherentes ante el aumento de necesidades humanitarias, a la vez que abundamos en la consideración de España como actor relevante en la protección de la sociedad civil, incidiendo en la concienciación de las necesidades de las poblaciones afectadas, para actuar en la prevención de los conflictos y en la mediación en su resolución.
Para ello es prioritario reforzar nuestro compromiso con un sistema integral de coherencia de políticas, que en este caso supone que todas las políticas -económicas, migratorias, medioambientales y sociales- pongan en el centro los derechos humanos, y que ello también guíe las prioridades de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Es destacable el hecho de que esta Estrategia sea fruto de un proceso inclusivo basado en la colaboración entre las administraciones públicas y la sociedad civil para poder partir de diagnósticos certeros que nos permitan dar respuestas acertadas a las necesidades reales que demanda nuestro mundo actual.
Y con ese mismo espíritu, aprobamos la ya actual Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global. Una ley fruto de grandes consensos , que refuerza la Acción Humanitaria, mediante el reconocimiento de sus particularidades, la flexibilización del ámbito territorial de su intervención y el compromiso de, al menos, el demandado 10% de la AOD en el presupuesto de Cooperación.
En este contexto, debemos apelar a la responsabilidad que tenemos todos y todas en trabajar para que no haya conflictos olvidados y aquí me refiero a esa mirada amplia imprescindible en la Acción Humanitaria para que ésta pueda ser eficaz en sus fines.
Sobre los compromisos que se requieren de las instituciones incidimos reiteradamente, pero creo esencial reseñar el compromiso que han de adquirir quienes nos enseñan a el mundo para que la atención mediática no potencie unas necesidades mientras se invisibilizan otras.
Que lo que no se ve, no existe es una realidad que define prioridades a través de la opinión pública y en este sentido, todos y todas somos responsables de no provocar una atención desigual entre las diferentes crisis humanitarias, para no distorsionar la esencia misma del trabajo humanitario.