Llega la moción: Abascal se esconde, Feijóo ausente
Don Ramón, un señor proveniente nada más y nada menos que del Partido Comunista, formación que si de los de Abascal dependiera estaría ilegalizada.
El próximo martes 21 se dará inicio en el Congreso de los Diputados a la moción de censura que el grupo ultraderechista VOX ha presentado con Ramón Tamames como candidato a la presidencia. Esta será la segunda ocasión en la que el mismo grupo presenta la misma iniciativa en esta legislatura, coincidiendo ambos momentos con una caída en las expectativas de votos que la mayoría de encuestas otorgan a los ultras. Una segunda moción que correrá la misma suerte que la anterior, es decir, el rechazo mayoritario de la cámara.
Todo parece indicar que, de nuevo, la moción no es en contra del Gobierno de Pedro Sánchez, sino contra el Partido Popular. De nuevo, los ultras utilizarán el Congreso no para debatir con el Gobierno, sino para dar la batalla por la hegemonía en el espectro de la derecha y la ultraderecha. Pero más allá de estas obviedades, lo que ocurrirán los días 21 y 22 de marzo nos deja más elementos curiosos para el análisis.
En primer lugar, el candidato que propone Vox, Don Ramón, un señor proveniente nada más y nada menos que del Partido Comunista, formación que si de los de Abascal dependiera estaría ilegalizada. No queda muy claro por qué el candidato a la nada ha aceptado tan disparatada propuesta, teniendo en cuenta su trayectoria política y sus afirmaciones hasta el día de hoy. Asegura no haber votado nunca a Vox, que no comparte muchas de sus ideas, que el partido "usa demasiado" la bandera de España, que defiende el estado de las autonomías e incluso llegó a proponer el reconocimiento de Catalunya como nación. Según Tamames, España es una "supernación" formada por varias naciones. Nada más alejado de los planteamientos de la formación de ultraderecha que finge pretender situarlo como presidente del Gobierno.
No se entiende por qué Don Ramón ha aceptado, del mismo modo en que resulta difícil razonar los motivos que han llevado a Vox a elegir a este candidato. De entrada, la ultraderecha, pilotada más por Espinosa de los Monteros que por Abascal, esconde a este último y desde el primer momento que anunció la moción descartó presentarlo como candidato. Un partido que no se fía ni de su propio líder difícilmente podrá pedir la confianza al resto de los españoles. Por lo visto, y tras descartar al propio Abascal, la formación ultra acudió en busca de varios posibles candidatos y tras la negativa de todos ellos a someterse a tal espectáculo, se acabó optando por Don Ramón.
Un señor que, más allá de las declaraciones y posicionamientos contrarios al partido que lo impulsa o mejor dicho, lo usa, ya ha dado evidentes muestras de ir por libre. Ni tan siquiera esperó a que fuera Vox quién confirmara que iba a ser el candidato, incluso en eso se avanzó y fue por libre. En su tour mediático de las últimas semanas ha dejado claro que ni piensa como Vox ni acata órdenes de Vox ni tiene previsto renunciar a su momento de gloria antes y durante la sesión parlamentaria que debatirá y votará la moción.
El transcurso del debate puede deparar varias sorpresas y algún que otro momento bochornoso, pues mal acaba lo que mal empieza. Los ultras anunciaron la moción hace meses, se han ido haciendo los remolones durante las últimas semanas, quizás arrepentidos por haberse lanzado a una piscina sin agua y viendo las opiniones que muchos de sus propios diputados comentan sin mucha discreción respecto al espectáculo que supone esta decisión.
Precisamente, quienes dicen defender más que nadie a España -su España pequeña, claro- son los que la próxima semana utilizarán el parlamento como campo de batalla con el PP, sin importarles la imagen bochornosa que se pueda trasladar fuera de las paredes del hemiciclo. En los tiempos que corren, con tantas dificultades para tantas familias y tantas empresas, quizás muchas y muchos piensen que los parlamentarios deberíamos estar dedicándonos a otras cosas más importantes y no a este tipo de espectáculos que degradan las instituciones y pervierten una herramienta constitucional y seria como lo es una moción de censura. Respetar la patria es, también, respetar sus instituciones. Y en ese sentido, el presidente Pedro Sánchez ya anunció que el Gobierno y el Grupo Parlamentario Socialista se tomarían muy en serio este debate para que, al menos, tenga algún tipo de utilidad. Y esa es, sin duda, la de mostrar los dos modelos posibles.
O un gobierno de coalición progresista que se deja la piel aprobando leyes y medidas cada semana que hacen que la vida de la gente sea un poco mejor, pensando en la mayoría social o bien todo lo contrario, un gobierno de coalición de la derecha y la ultraderecha centrado en recortar derechos y libertades y trabajar para la minoría poderosa. O el gobierno para la mayoría o el gobierno para cuatro privilegiados.
Y en ese dilema, parece que el PP, de nuevo, tampoco se va a mojar. De hecho, Feijóo ya ha asegurado que no va ni a pisar el Congreso durante el debate. Lo que ocurre es que pretendiendo no mojarse, realmente está quedando claro que no rechazarán la moción de Vox porque sabe que, incluso en la mejor de sus encuestas prefabricadas por sus medios afines, sin Vox Feijóo no llegará a la Moncloa nunca.