La defensa del bastión europeo

La defensa del bastión europeo

"De nada sirve que los 27 incrementen su presupuesto si previamente no han constituido un sistema militar único con un mando político supremo que responda con efectividad a la voluntad de la Unión".

La presidenta de la CE, Ursula von der Leyen, en el pleno del Europarlamento del 11 de marzo de 2025.Philipp von Ditfurth / picture alliance via Getty Images

'El País' ha resumido así los planes europeos sobre la defensa "autónoma" de Europa, lo que significa dotarla de una capacidad militar que le permita enfrentarse con éxito a las diversas amenazas sin contar con el paraguas norteamericano, que nos ha sido retirado por la inquietante deriva de Trump: En su comparecencia del 12 de marzo ante la Eurocámara, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ofreció algunos detalles sobre su plan Rearmar Europa, con el que pretende movilizar 800.000 millones de euros en los próximos cuatro años, para que la UE en su conjunto pase de un gasto militar ligeramente por debajo del 2% de su PIB a algo más del 3%. De esta cantidad, unos 650.000 millones deberían salir de los presupuestos nacionales, lo que supone que los Veintisiete tendrían que “sumar un 1,5% del PIB a sus [respectivos] presupuestos de defensa”, señaló la presidenta del Ejecutivo comunitario.

Así planteado, sin más análisis ni explicaciones, el plan de trazo grueso resulta chocante y suscita escepticismo. Porque, de un lado, la capacidad militar de un estado o de una alianza no solo depende del gasto presupuestario, ni siquiera de la disponibilidad de efectivos y armas, sino de un conjunto complejo de factores. Y en segundo lugar, porque cualquier cálculo que se efectúe sobre operaciones militares convencionales no puede desligarse de la capacidad nuclear de los contendientes. La paz, durante la guerra fría, apenas se vinculó a la dimensión de los ejércitos: la auténtica disuasión estuvo condicionada por el equilibrio estratégico que derivaba del famoso MAD (Mutual Assured Destrution), capacidad de mutua destrucción, que mantenía inmovilizados los arsenales nucleares. Es muy significante la evidencia de que quien apriete el botón nuclear estará también firmando su propia muerte, víctima de haber despertado a un monstruo inevitablemente bidireccional.

Sucede sin embargo que, como se ha visto, la disuasión se mantiene con las crisis este-oeste en lo que al uso de armas nucleares se refiere. Y nada nuevo aporta el gesto francobritánico de compartir sus arsenales atómicos con sus aliados ya que, aunque el bagaje nuclear europeo es muy inferior al norteamericano, resulta suficiente para mantener el equilibrio estratégico. El problema, así, consiste en que Rusia, hoy, con una clara superioridad militar convencional sobre Europa occidental, conseguirá arrancar un pedazo de Ucrania… Y quién sabe si la locura del autócrata Putin le llevará a ampliar sus conquistas a otros países de la antigua zona de influencia de la URSS.

Algunos números aclararán la cuestión: la UE, que incrementó un 30% su gasto de defensa entre 2021 y 2024, gastó en 2024 unos 326.000 millones de euros, lo que equivale al 1,9% del PIB europeo… Cantidad a la que hay que añadir el presupuesto británico, de unos 71.000 millones. En total, el presupuesto militar actual de la Europa Occidental (UK-UE) estaría sobre los 400.000 millones de euros. Rusia, por su parte, invirtió en Defensa en 2024 unos 462.000 millones de euros. Menos de la mitad que los Estados Unidos, que en este 2025 tienen presupuestados 895.000 millones.

En materia de gastos de defensa, Europa no está lejos de Rusia, como puede verse por las cantidades expresadas, y desde luego Bruselas aventaja a Moscú en tecnología. Lo que sucede es que, en tanto Moscú gestiona un único aparato defensivo, que puede ser convenientemente administrado y racionalizaado, la defensa de la UE está fragmentada en 27 parcelas (los batallones de intervención rápida que ya existen no son más que simbólicos e inútiles ensayos). Con la estructura de la OTAN y el liderazgo norteamericano, la situación era sostenible, pero si los EEUU desertan de su anterior posición, la UE deberá, primero, crear un sistema de Defensa y, después, llenarlo de contenido, de un ejército y de las armas adecuadas.

En otras palabras, le verdadero problema que plantea la nueva posición americana (todavía no sabemos hasta qué punto será definitiva) no es presupuestario sino político. De nada sirve que los 27 incrementen su presupuesto si previamente no han constituido un sistema militar único con un mando político supremo que responda con efectividad a la voluntad de la Unión. La historia nos tenía que haber enseñado a los europeos que la defensa de las libertades y las medidas de seguridad que las garanticen no son simplemente una custión de fuerza.

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