Génova 13
La mayoría absoluta del PP en el Senado es el ariete elegido por Feijóo para atizar. Un Senado que se ha convertido en la sala anexa de Génova 13.
La mayoría absoluta del PP en el Senado es el ariete elegido por Feijóo para atizar. Un Senado que se ha convertido en la sala anexa de Génova 13. Ahora quieren una comisión de investigación sobre el CIS, en lo que es un uso desvergonzado y obsceno de la Cámara Alta. Ya lo hicieron en 2018 cuando el Partido Popular, gozando también entonces de una mayoría absoluta, creó en el Senado una comisión de investigación sobre financiación de partidos para ocultar su propia corrupción sobre la Gürtel, la Caja B y los sobresueldos del PP, que entonces investigaba el Congreso de los Diputados.
Según la RAE, la hipocresía es el fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Por tanto, un hipócrita es aquel que simula perfectamente lo que quieres ver y oír, y lo hace, exclusivamente, por su propio interés. En Román paladino, diríamos que el hipócrita es aquel que dice y hace lo que sea con tal de lograr algo a cualquier precio. El hipócrita no es otra cosa sino un mentiroso.
En los últimos tiempos, los vaivenes de la política nos han hecho ver que hay quienes, por mero interés partidista, son capaces de lo que sea por lograr sus objetivos. Feijóo es un maestro en esto. Ha logrado convertir la hipocresía política en la piedra angular de la acción del PP. Y a las pruebas me remito: critica que se prohíban banderas LGTBI, mientas permite que sus socios de Vox las retiren allí donde gobiernan. Dice ser defensor del feminismo, mientras abraza el ideario ultra que niega la violencia machista. Asegura apoyar la lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente, mientras aúpa a negacionistas en las instituciones. Habla del respeto a la pluralidad de nuestro país, mientras da alas a quienes quieren restringir el uso de nuestras lenguas… Feijóo ha logrado ser el primer político que logra soplar y sorber a la vez….
El último ejemplo de esta deriva política que acompaña a Feijóo desde hace meses, lo estamos viendo con el torpedeo constante del PP a la formación de un nuevo gobierno y con la instrumentalización del Senado. Una Cámara Alta que utiliza a sus anchas sin ningún tipo de pudor y que tiene como presidente de la cuarta institución del Estado, al señor Rollán, una pieza más del engranaje partidista del señor Feijóo. Y es que Feijóo se ha convertido en el presidente de facto de la cámara territorial. El sainete empezó con la Comisión General de Comunidades Autónomas, dónde se dedicaron a dividir en nombre de la convicencia, y ahora continua con la petición de comparecencias de ministros y también con la convocatoria de comisiones de investigación. Mientras en el Congreso de los Diputados se dedican a torpedear la creación de las comisiones y critican que no hay sesiones de control, en lo que llevamos de esta legislatura, la XV, ya se han contestado a más de 300 preguntas parlamentarias con respuesta por escrito, concretamente 333, registradas por los distintos grupos parlamentarios en el Congreso y en el Senado.
Este uso desvergonzado y obsceno de la Cámara Alta, no es nuevo. Ya lo hicieron en 2018 cuando el Partido Popular, gozando también entonces de una mayoría absoluta, creó en el Senado una comisión de investigación sobre financiación de partidos para ocultar su propia corrupción sobre la Gürtel, la Caja B y los sobresueldos del PP, que entonces investigaba el Congreso de los Diputados.
La España de 2023 necesita diálogo, mucho diálogo, y acuerdos, muchos acuerdos. La derecha en este país siempre llega tarde y mal a los cambios que la nación requiere con la evolución de los tiempos. Llegó tarde a la Constitución, y ahora la utiliza para tirársela a todos a la cabeza y cumplirla cuando le viene en gana. Lo mismo les pasó con los grandes avances sociales: el divorcio, el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la eutanasia… Llegaron tarde porque el PP siempre va por detrás de la España real. Y sí, llegan tarde también a la superación del problema territorial planteado con Cataluña.
España necesita un Gobierno fuerte y estable que responda, con eficacia y equidad, a los retos que afronta. Desechar las posiciones extremas, ultraliberales y nacionalistas, y afrontar el futuro de forma justa, solidaria y dialogante, por supuesto dentro del marco constitucional.
Y ante la nueva reedición del acuerdo de gobierno progresista de coalición, PP y Vox preparan una legislatura de confrontación directa contra el Gobierno. Abandonen toda esperanza aquellos que esperen un mínimo sentido de Estado de nuestras derechas; los discursos apocalípticos serán, ya lo son, el pan nuestro de cada día; la educación, la sanidad, la política fiscal, el medio ambiente, la inmigración, y cualquier ámbito de la agenda política, el pretexto; y las instituciones, el campo de batalla.
Deshonrar y corromper las instituciones, retorciendo su naturaleza y abusando de su dignidad, es el modus operandi de los populares cuando éstas están en su poder. Pero luego, somos los demás los que las desprestigiamos. Lo dicho, pura hipocresía.