¡Abolamos la realidad!

¡Abolamos la realidad!

Durante siglos, milenios, las personas hemos vivido bajo la dictadura de la realidad, pero gracias a la posmodernidad ahora por fin tenemos las herramientas para liberarnos.

Donald Trump durante el debate electoral.Win McNamee/Getty Images

Basta ya de opresión. Basta de obligar a los individuos a vivir en un mundo real. Durante siglos, milenios, las personas hemos vivido bajo la dictadura de la realidad, pero gracias a la posmodernidad ahora por fin tenemos las herramientas para liberarnos, para deconstruirnos, para poder llegar a ser lo que ya somos y vivir autosustentados, por y para nuestra mismidad. ¿Quién es nadie para decirnos lo que es verdad? ¿Quién es nadie para contradecir algo que yo diga? ¿Quién es nadie para decirme nada? La realidad, la verdad, la objetividad, son formas de dominio que han inventado los opresores para justificar su opresión sobre los oprimidos. La ciencia es la peor de las ideologías, porque es la única que finge no serlo. Toda lógica es violencia. Todo razonamiento, odio. Toda objetividad, agresión colonocisheteronormativa.

El sistema ferroviario español vive el mejor momento de su historia. ¿Qué pasa? ¿Por qué no? ¿Por qué la opinión de otras personas va a ser más válida que la mía? “Los inmigrantes haitianos se comen las mascotas de los habitantes de Springfield” es una frase. ¿Que no es cierta? ¿Pero desde cuando el lenguaje ha de tener algo que ver con la verdad? Eso son mitos fascistas del siglo XX. España es una dictadura bolivariana. Habrá quien diga que no. Pues yo digo que sí. Empate. La mayoría de los inmigrantes vienen a España a delinquir. Todo lo que hemos cedido a ERC para conseguir su apoyo a Illa son cosas buenas para España. Si no existe la realidad, tampoco existe la vergüenza. Habiendo retuits, ¿para qué nos hace falta la objetividad? Habiendo likes, ¿para qué nos hace falta la verdad?

“¿Tu verdad? No. La verdad. Y ven conmigo a buscarla” dijo Antonio Machado. Pero lo dijo porque era un ultraderechista. No, un filoetarra. No, un miembro del Club Bilderberg. Bueno, me da absolutamente igual lo que fuera Antonio Machado. No le pongo cara. El lenguaje no describe la realidad, la crea. No hay nada fuera del lenguaje. Si cambio una letra en el DNI me convierto en una mujer trans no normativa. Que no te engañen. Esto sólo lo pueden entender personas intelectualmente muy sofisticadas. Como tú. Tendrás tiempo de reflexionar sobre la inexistencia de la realidad mientras pedaleas cuesta arriba con la mochila de Glovo a la espalda. Las redes sociales han conseguido que todas las opiniones dejen de ser igualmente válidas y pasen a ser igualmente ciertas. Que no es lo mismo, pero es igual.

Tenemos emoticonos, seducción, marcas, resentimiento, memes, orgullo, logotipos, Taylor Swift, mascotas, followers, benzodiacepinas, satisfiers, selfies, algoritmos, porno, envidia, influencers y zascas. Cansancio, problemas de atención y ansiedad. First Dates y más banderas de las que jamás hayan existido. Inteligencia artificial. Creo que ha llegado el momento de proclamar solemnemente que la realidad queda abolida y su reivindicación será recogida en el Código Penal mediante una reforma legal que, de forma excepcional, será apoyada por todo el arco político. Mira a tu alrededor y contempla extasiado la película dentro de la que estás viviendo. Como en los cafés de Starbuks, Donald Trump y Kamala Harris han escrito tu nombre en el cartón para que sepas que es la tuya.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.