Queda demostrado que, al menos en este país, robar sale a cuenta. Robar mucho, me refiero, no miseria. Robar como un duque, como un ministro, como un tesorero. Robar como roba el rey de los ladrones. Robar a manos llenas. Robar sin medida ni media en el rostro; para qué, a cara descubierta, no vayamos a sudar. A fin de cuentas, quien roba de este modo puede contratar bufetes de 1000€ por hora que generen sumarios de mil folios por día; o emparentar con la realeza, que su sombra es alargada y te aleja de la sombra del barrote.