Las claves de la semana: España vuelve a indignarse
En bares y en mercados; en radios y televisiones; en taxis y en peluquerías... En boca de todo dios. En esta España nuestra no ha habido esta semana un rincón en el que no se hablara de Urdangarín y señora. Andamos a vueltas con si entrará o no en prisión, si el Supremo le rebajará los seis años de cárcel, si el fiscal hizo lo que debía, si la tres magistradas de la sala debieron ordenar la retirada del pasaporte o si la Justicia es o no igual para todos... Al fin y a la postre ya sabemos que todos llevamos un juez dentro.
Porque era yerno del Rey y porque es cuñado del Rey
Tanto hablar de lo obvio y tan poco de lo fundamental, que en este caso caso incluye también el coste que el final del periplo judicial del ex duque pueda tener en la imagen de la renovada Monarquía. Tanta transparencia, tanto punto de inflexión, tanto cordón sanitario y, al final, la familia es la familia y si es Real, para qué contarles. En definitiva, Urdangarín ya no es el yerno de un Rey que se fue, en buena medida, por el daño que su codicia causó a la institución sino el cuñado del actual Jefe del Estado.
Y como tal se le ha tratado con las (no) medidas cautelares decretadas tras la sentencia dictada por la Audiencia de Palma.
Del mismo modo que se ha escuchado entre los cortesanos más abnegados que la Infanta Cristina nunca se hubiera sentado en el banquillo de no correr la sangre (Real) que corre por sus venas, a Urdangarín nunca se le hubiera permitido tomar un vuelo regular con destino a Zurich la noche del jueves si no estuviera casado con la hermana de Felipe VI.
E igual que en esta España nuestra nos enteramos por la Abogacía del Estado durante el juicio del caso Nóos, de que "Hacienda somos todos" no era más que un eslogan publicitario, esta semana nos hemos percatado de que la Justicia es menos justa para unos que para otros. Si a Urdangarín se le abrieron de par en par las arcas públicas de dos Comunidades Autónomas para que se forrara ilegalmente porque era el yerno de Juan Carlos I, hoy no se le retira el pasaporte, ni se le compele a presentarse una vez al mes ante la autoridad judicial del país en el que ha delinquido porque es cuñado del Felipe VI. Y pocas dudas hay de que la razón de su exención sea esa.
La avaricia les llevó al abismo
Tranquilos porque en esta España nuestra donde las casualidades no existen y los tiempos de la justicia con frecuencia siguen los de la política, el mismo día que Urdangarín salía, con media sonrisa, desde Palma hacia Zurich, la Audiencia Nacional condenaba a los dos últimos presidentes de Caja Madrid, Miguel Blesa y Rodrigo Rato, a seis años y cuatro años y medio de prisión por un delito continuado de apropiación indebida. Otros dos trincones que como el ex duque lo tenían todo y se lanzaron al abismo por obra y gracia de la ruindad y la avaricia. Y que tampoco irán a prisión, de momento.
El fallo de las "tarjetas black", como el de Nóos, es una dosis de recuerdo de la España que vivimos (vivieron) peligrosamente, de la que salió a las plazas y a los pueblos, se organizó en círculos contra las élites y su impunidad y gritó "queremos respuestas".
Más cómodos que con mayoría absoluta
Han pasado seis años de aquello, y España ha vuelto a indignarse por lo mismo. Porque faltan respuestas; porque Zarzuela está obligada a declarar algo más que el manido respeto a las decisiones judiciales y a permitir que los periodistas hagan su trabajo y no de figurantes y porque el PP gobierna con menos diputados que nunca y con más comicidad que cuando tenía mayoría absoluta.
Ciudadanos silba en Murcia
En qué planeta (faltan por explorar los siete nuevos encontrados por la NASA), dos fiscales en la misma semana (Murcia y Palma de Mallorca) denuncian intentos de intimidación y presiones políticas para evitar que se investigue la corrupción... y todo queda, por parte de la oposición, en una sucesión de peticiones de comparecencias de ministros. ¿En qué democracia un partido que, como Ciudadanos, llegó para regenerar la vida pública sostiene con sus votos a un presidente autonómico imputado en un caso de corrupción, a pesar de haber firmado con él lo contrario? ¿A qué espera Albert Rivera para que los suyos presenten en Murcia una moción de censura? ¿Hay alguna explicación a la purga de fiscales díscolos?
Y el PSOE, a lo suyo
El PP no se inmuta, Ciudadanos silba, Podemos sigue despistado... y ¿el PSOE? Bastante tiene con lo suyo, que es una guerra entre facciones, que se sabe como ha empezado pero no como acabará. Y eso que la influencia del resultado de sus primarias sobre la política española no será menor. De momento, como dice uno de sus barones, para ganar un liderazgo, el aspirante Pedro Sánchez se ha inventado, no sólo otro partido, sino otro país, el que , ha plasmado en un documento estratégico más propio de la izquierda de los 80 que de la socialdemocracia del siglo XXI.
Con todo, nada está escrito, salvo que si algo quedó demostrado, tras la multitudinaria presentación del proyecto de Sánchez, es que su relato no sólo ha encandilado a una parte importante de la militancia, sino que tiene además su público más allá del censo. Y sus críticos parecen no darse por enterados.