Urdangarines a Ginebra, no, Urdangarines al infierno
Queda demostrado que, al menos en este país, robar sale a cuenta. Robar mucho, me refiero, no miseria. Robar como un duque, como un ministro, como un tesorero. Robar como roba el rey de los ladrones. Robar a manos llenas. Robar sin medida ni media en el rostro; para qué, a cara descubierta, no vayamos a sudar. A fin de cuentas, quien roba de este modo puede contratar bufetes de 1000€ por hora que generen sumarios de mil folios por día; o emparentar con la realeza, que su sombra es alargada y te aleja de la sombra del barrote.
Hace unos años, cuando salieron a la luz los chanchullos urdangarinescos de Urdangarín, antes incluso de que la infanta comenzara a padecer su infantil pero judicialmente exitoso proceso de atontamiento amnésico, en Cocina para Indignados le dedicamos esta receta:
Casi cuatro años después se demuestra que, al menos en este país, robar sale a cuenta. Robar mucho, me refiero, no miseria. Robar como un duque, como un ministro, como un banquero o como un tesorero. Robar como roba el rey de los ladrones. Robar a manos llenas. Robar sin medida ni media en el rostro; para qué, a cara descubierta, no vayamos a sudar. A fin de cuentas, quien roba de este modo puede contratar bufetes de 1000€ por hora que generen sumarios de mil folios por día; o emparentar con la realeza, que su sombra es alargada y te aleja de la sombra del barrote.
Son ladrones de porte aristocrático, de porte 'Urdangarinesco'; de tanto arraigo y de conducta tan ejemplar, que, oye, en confianza, para qué poner fianza; que se vayan a Suiza, y a ver si escampa. Porque arraigar en Ginebra no es igual que hacerlo en Móstoles, que a los alpinos lo intachable les viene de serie, no como a nosotros. Y además allí se sienten como en casa, contando billetes en el banco radicado a la vuelta de su casa, esquiando o viajando y atendiendo sus negocios, que son muchos y variados. Y de tanto en tanto pasando por el juzgado, para decir que todo bien, que todo estable, dentro de la levedad.
En fin, es lo que hay. Sentencias que se ajustan a la ley y se saltan la ética y la moral, como tantas veces, en un país donde la justicia no es más que el traje a medida de quien se la puede pagar o puede permitirse el lujo de saltársela.
Desgraciadamente, las recetas de chorizo como esta siguen tan de actualidad hoy como en 2013. Y es la suya, la de Urdangarín, no hay otra.
Urdangarines, pero no a Ginebra; Urdangarines al infierno. Un chorizo hecho carne en la cruda realidad que nos abruma.
Ojalá todos los Urdangarines que nos rodean acabaran de una vez en el infierno.
Ojalá se les atragante.
NECESITARÁS (para 4 personas)
- 100 g de choricillos de ración o urdangarines, dulces o picantes, como se prefiera (yo los he escogido ligeramente indignados, a saber, picantes).
- 4 panes tipo pulguita.
- Un poquito de queso parmesano o manchego curado rallado.
- 50 ml aproximadamente de alcohol de 96º, brandy, orujo o whisky para asar los chorizos (yo utilizo orujo blanco, le da un saborcillo muy particular, pero sale igual de bueno con alcohol o cualquier otro licor).
ELABORACIÓN
- En una cazuelita de barro o pequeña paella esmaltada, verter el alcohol o licor. Prenderle fuego.
- Previamente, coger las pulguitas y cortarlas en dos mitades longitudinales. Vaciar parte de la molla formando como pequeños ataúdes de pan. Ensartarlas en una varilla de pincho moruno y pasar ligeramente por la llama para tostar los bordes y darle al ataúd un aspecto más adecuado a su uso y siniestramente apetecible.
- Colocar acto seguido sobre la cazuela los urdangarines previamente ensartados en las varillas (hay quien los pone directamente sobre el alcohol, pero a mí me gusta más así, queda más aparente y es más fácil para darles la vuelta). Si vieras que se apaga, vuelve a echar orujillo y a encender. Ir dando vueltas de tanto en tanto hasta que los choricillos estén bien hechos y tostaditos.
- Colocar sobre los ataúdes un par de urdangarines cortados por la mitad o enteros.
- El toque casposillo-culinario lo dará un poquito de parmesano o manchego curado espolvoreado por encima, proporcionando una pincelada elegante a los urdangarines al infierno.
Umm...A comer.
NOTA
Además de plato sencillísimo, es muy agradecido y aparente al hacer, tanto que la elaboración debe formar parte de la degustación, por lo que recomiendo prepararlos en la misma mesa donde se vayan a comer. A los chiquillos les encantará, y a los mayores, enseguida les sacará el fogonero que llevan dentro ¡Más madera! ¡Más madera!
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Money, de Pink Floyd.
Para la degustación: Rata de alcantarilla. Paquita la del Barrio.
VINO RECOMENDADO
Allozo, tinto crianza 12. DOC La Mancha.
DÓNDE COMER
En mesa camilla, con el brasero bajo las faldas y el infiernillo de los urdangarines acariciando la palma de la manos. Por supuesto, unos copos de nieve cayendo en la noche, iluminados por el reflejo luminoso de las ventanas, darán un toque sofisticado y muy, muy familiar. En su defecto, un televisor y jornada futbolera será el complemento ideal.
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Jugar un partido de balonmano, aunque sea en el banquillo (si te has pasado con el vino).