Lo peor nunca imaginamos que pueda suceder hasta que es demasiado tarde para evitarlo. La II Guerra Mundial está lejos, pero no tanto como para olvidar sus orígenes. Las guerras de los Balcanes, más cerca, también se libraron entre vecinos europeos. El retorno de las banderas y los mensajes simplificadores que tienden a subrayar la protección de lo local frente a lo foráneo está por todas partes. Sospechar del vecino casi siempre es el preludio del odio.