El Europarlamento pide a los estados que atiendan las recomendaciones ciudadanas y cambien sus textos troncales para ganar en competencias y operatividad.
Tras la aprobación en el Parlamento Europeo del Acuerdo Económico y Comercial entre Canadá y la UE,, y al margen de las consideraciones económicas y comerciales, sí procede advertir contra los riesgos de la degradación del debate político y de la brutal descalificación del parlamentario en función de lo que vote.
Algunos ayuntamientos han decidido ondear a media asta la bandera de la UE en protesta por las decisiones del Consejo Europeo sobre los refugiados. Con toda su buena voluntad, creo que se equivocan. Pero vaya por delante mi felicitación por el hecho de que en esas casas ondee la enseña europea, algo que no es obligatorio.
No basta expresar compasión, ni es suficiente lamentar y condenar la falta de solidaridad que habita en la desigualdad, la injusticia y la miseria que lleva a tantos africanos a arriesgar la vida y, a cada tanto, a perderla.
Parece que los expertos han dejado de quejarse de la no existente política exterior europea. Incluso la falta de consenso en el voto para reconocer el estatus de Estado observador de Palestina en la ONU ha suscitado menos críticas esta vez que en septiembre de 2011, cuando la propuesta fue rechazada inicialmente.
Lo peor que nos podía pasar a los europeos es que además de sufrir la peor crisis económica desde la gran recesión, la hagamos frente de la peor manera posible.