Una década después del temblor que sacudió al mundo, poco ha avanzado un país que sigue siendo el más pobre de América y donde los servicios esenciales no llegan
Todos estamos aquí para lo mismo, para crecer fuertes y sanos, progresar en la medida que podamos o queramos y tratar de ser felices. Todos tenemos al fin y al cabo idéntico final. Pero el camino viene marcado por algo tan caprichoso como la geografía que nos da la bienvenida al mundo. Y hay tantos mundos en un solo planeta... El fatalismo geográfico condena a una parte importantísima de la población mundial al sufrimiento y a una vida indigna.
Además de invasiones y desastres naturales, Haití ha sufrido aislamiento. Para la reconstrucción, es necesario crear conexiones. En mi carrera como actor he aprendido que las historias cambian el modo en que las personas ven el mundo. Y en Haití, poco a poco va surgiendo una historia.
Después del terremoto diversas fundaciones y donantes internacionales prometieron invertir en Haití respetando la cultura y necesidades locales. Pese a estas declaraciones, tan solo el 1,8 % del fondo para la reconstrucción del país fue dirigido al Gobierno haitiano. Para las organizaciones locales fue peor, recibieron el 0,4%.