A tres años del terremoto en Haití
Después del terremoto diversas fundaciones y donantes internacionales prometieron invertir en Haití respetando la cultura y necesidades locales. Pese a estas declaraciones, tan solo el 1,8 % del fondo para la reconstrucción del país fue dirigido al Gobierno haitiano. Para las organizaciones locales fue peor, recibieron el 0,4%.
A tres años del terremoto, la pregunta es "¿Qué ha cambiado?" Millones de dólares han sido invertidos. Cientos de organizaciones se establecieron y se fueron del país. Muchas promesas fueron hechas.
El 12 de enero del 2010 mostró a los televidentes internacionales el caos, sufrimiento y destrucción que causó el terremoto. Para los que vivian en Haití o trabajan ahí demostró lo que era evidente: la falta histórica de instituciones nacionales capaces de sostener al país.
La necesidad en todo el territorio haitiano es precaria desde hace décadas, las organizaciones internacionales han estado trabajando en Haití el tiempo suficiente para que se le haya denominado "el país de las ONG". Es precisamente esto, canalizar inversión a ONG internacionales y no a instituciones nacionales, lo que no permite que Haití supere los estragos.
Después del terremoto diversas fundaciones y donantes internacionales prometieron invertir en Haití respetando la cultura y necesidades locales. Pese a estas declaraciones, tan solo el 1,8 % del fondo para la reconstrucción del país fue dirigido al Gobierno haitiano. Para las organizaciones locales fue peor, recibieron el 0,4% de ese presupuesto. El resto del dinero quedó en organizaciones y agencias de desarrollo internacionales que después del terremoto inundaron el país con sus logos y proyectos.
Las soluciones transitorias que implementaron debían se atractivas para conseguir parte de los billones de dólares prometidos para la reconstrucción. Se regalaron miles de casas temporales, se construyeron miles de letrinas, se cavaron cientos de pozos de agua y se donaron toneladas de comida y ropa.
El problema es que anunciar la construcción de cien pozos de agua es impresionante cuando se compara con el arduo y lento trabajo de fortalecer al organismo nacional haitiano encargado del agua (DINEPA). Este organismo necesita entrenamiento básico para administrar el sistema nacional, incluyendo cómo cobrar el servicio, lo cual es particularmente difícil en un país donde las familias históricamente han recibido servicios gratis de organismos internacionales y no están dispuestas a pagar por estos.
Los proyectos con mayor impacto tardarán años en implementarse y en dar resultados. Deben de ser realizados con la aprobación y colaboración de Gobierno local y nacional pues serán ellos quienes deberá dar seguimiento una vez que se vayan los extranjeros. No es imposible implementar instituciones del calibre de países de primer mundo en Haití. Los agentes externos deben entender que es vital que pierdan el protagonismo y servir solamente como apoyo para los organismos locales.
Si no pasamos la etapa de regalar soluciones temporales seguiremos siendo testigos de que cualquier desastre natural, sea un terremoto o un huracán, destruya soluciones endebles.