El cese de la violencia por parte de la banda terrorista acabó con 43 años de muerte y miedo. España afronta ahora el reto de gestionar bien la memoria de aquel horror.
El colectivo por fin comienza a asumir la realidad como base de su posición política, a expresar su aceptación de la nueva situación política, a asumir su responsabilidad en las consecuencias derivadas de su actividad [delictiva], a aceptar la legalidad, a aceptar sus condenas; en definitiva, a aceptar el Estado de Derecho.