Sí, estoy gorda, pero eso es asunto mío. Mi salud no es un tema de debate público y no tienes derecho a juzgarme. No voy a permitir que la percepción que los demás tengan sobre mí controle mi vida. Yo elaboro mis propias normas, yo decido cómo voy a sentirme. Tú también puedes decidirlo.
Mi sueño, por supuesto, es perder peso. No obstante, si sigo sin conseguirlo, ¿nunca volverán a verme como la persona que solía ser? ¿Habrá alguien que rectifique, me mire y quiera conocerme, o simplemente seguirán viendo que estoy gorda?
Lo que ocurra en los países que hayan establecido este tipo de políticas dentro de un contexto general tendente a mejorar la dieta, podría servir de referencia. Nuestras miradas deben posarse en México y Hungría como casos prácticos en el movimiento de salud pública para la lucha contra el exceso de peso y la obesidad.
No es que seas increíble si no fuera por tu cuerpo. Eres increíble gracias a tu cuerpo. Hay una diferencia clara. Crecí en una cultura en la que las mujeres poco agraciadas eran consideradas espíritus especiales. Una clasificación degradante que daba a entender que lo único que podía merecer la pena de ti era tu interior.