No quería hablar de la tercera temporada de Homeland hasta que amainara un poco la ciclogénesis de críticas explosivas que le cayó desde el primer episodio de la nueva tanda. Y voy a ser clara: en ese juego siempre estuve más cerca del anticiclón que de la borrasca.
La serie de Michelle Ashford engatusa con su pedigrí de historia basada en hechos reales. La odisea del ginecólogo y obstetra William H. Masters y su ayudante, Virginia Johnson en los Estados Unidos de los 50 para intentar desentrañar el funcionamiento de lo que era un ultratabú: la respuesta sexual humana.
Ahora, casi siete años después, ya no tenemos a Dexter y yo, como al final de cualquier relación importante sólo me quedo con lo bueno, le echaré de menos. Hasta aquí la concesión sentimental. A partir de ahora el análisis. (ATENCIÓN, SPOILERS)