Cuando aún no había tomada la decisión de pasar a un segundo plano, el rey habría comentado con sigilo que él "sólo abdicaría en caso de que su futuro quedara atado y bien atado". Con el trabajo silencioso de varios ministerios, el asesoramiento de destacados juristas y los cerebros grises de la Zarzuela, el proyecto de ley orgánica de Abdicación ya está a punto.