Por ejemplo, en China, los disidentes utilizan la expresión 4 de junio para conmemorar los acontecimientos de Tiananmen. Como la censura prohibió estas palabras, los chinos hablan desde entonces del 35 de mayo (4 de junio, si sumamos los días de mayo).
Tenemos asumido que buena parte de nuestro éxito individual y colectivo depende de nuestra capacidad de adaptación a los cambios. Lo lógico sería entonces que estuviéramos muy entrenados para percibirlos cuando se inician y fuésemos capaces de prever sus consecuencias. No es así.
Mientras la herencia, la representatividad cerrada y no revocable y la creencia de que la divergencia genera siempre más riesgos que la unidad se diluyen como fuentes de legitimidad y confianza, los ciudadanos construyen una realidad basada en el criterio personal y en el de otros como ellos.
España necesita aprovechar este momento para reinventarse. No creo ni en el victimismo ni en el derrotismo. Hay que ser persistente para alcanzar los objetivos sin vencerse ante las dificultades. Esa debe ser la actitud como país. España tiene un gran equipo y tiene el reto de seguir siendo relevante para avanzar.
El interés general, para evitar que pueda ser invocado como un mantra maquiavélico, necesita ser apreciado en cada caso concreto. La necesidad de poner en marcha el banco malo y de asignarle una sede virtual no parece una decisión menor, pero... ¿con qué criterios?