Recién concluido el conflicto de la recogida de basuras, a los madrileños se nos viene encima otro de innegable gravedad: la huelga de los trabajadores de la lavandería del Servicio Madrileño de Salud como respuesta a la adjudicación a dos empresas la gestión privatizada de esta instalación.
Reducir el número de horas de limpieza de los centros de salud de Madrid está haciendo que estén más sucios. Reducir el número de suplencias de profesionales sanitarios está haciendo que las listas de espera aumenten y los servicios estén más sobrecargados.
Los pacientes de los hospitales vendidos seguirán siendo atendidos, pero poco a poco irán viendo cómo la asistencia no será igual, no podrá serlo. Será todo más líquido, más liviano, para al final terminar vacío de contenido como una pecera sin agua. Entonces empezarán los lamentos.
Pretender transmitir hoy la idea de limpieza y trasparencia en la actuación de los Gobiernos de la Comunidad de Madrid presididos por Aguirre y González, no deja de ser un ejercicio de cinismo y falta de respeto a los ciudadanos. ¿La situación sanitaria actual en Madrid no debería abochornar a Aguirre?
Lo que está ocurriendo en nuestros días es una reversión cultural del consenso sobre esa unicidad igualitarista con el fin de que sea sustituido por el sentido común de elegir lo inevitable: aceptar la lógica de mercado.
Con inusitada rapidez se procedió a la adjudicación de los contratos para la construcción de ocho hospitales con financiación privada y se utilizó de forma deleznable las falsas sedaciones irregulares en el hospital Severo Ochoa como cortina de humo que eclipsó e impidió el debate político que una democracia exigía.
Fue el anterior consejero de sanidad vasco. Actualmente trabaja para Obama apoyando la reforma sanitaria estadounidense. No vendrá a Madrid. Si lo hiciera sería capaz de mirar más allá de su despacho y de liderar los cambios que el sistema necesita basándose en valores como la transparencia y la evaluación. Hablando y dialogando.
Hacernos todos/as la pregunta de cómo ayudar al consejero de Sanidad es fundamental en estos momentos. Todos sabemos que es más interesante una actitud constructiva que camine hacia delante basada en el diálogo basada en el diálogo que una situación de conflicto generalizado que, antes o después, terminará ahogando al sistema.
Entramos en la tercera semana desde que comenzó el conflicto. Lejos del desánimo la sensación es que SE PUEDE. Los profesionales de todas las categorías han sentido como propio el ataque a la sanidad pública, creemos en ella como profesionales y como pacientes que somos o seremos. Estamos dispuestos a llegar al final.