La culpa de que la tarifa se dispare, y se haya triplicado o cuadruplicado en la última década la tiene el modelo de política económica y energética que se ha elegido, y que consiste en vaciar los bolsillos de los usuarios en beneficio de resultados indecentes de unos monopolios de facto, prohibidos o dificultados en teoría por organismos presuntamente independientes, pero amamantados por políticos dóciles y con frecuencia interesados.