Algunos miembros del Gobierno británico cometen el mayor error de un demócrata frente a los demagogos, los racistas y los xenófobos: tratar de frenarles robándoles los argumentos. De esa forma, aquellos consiguen desnaturalizarse y estos ven realizados en forma de decisiones de gobierno o programas políticos de los adversarios sus objetivos más inaceptables.