Un informe de la OIT señala a la juventud como uno de los colectivos más afectados por la pandemia, en España el panorama es "penoso", incierto y precario.
El debilitamiento de la posición de la población joven en la sociedad a lo largo de los últimos años sería suficiente para justificar el surgimiento de una causa juvenil.
La diferencia fundamental entre gasto e inversión es el retorno esperado de cada uno de ellos. Mientras que en la inversión se espera conseguir rendimiento en el futuro, el gasto es la simple utilización de un bien o servicio a cambio de una contraprestación. La única forma de salir de una crisis es invirtiendo, en formación y educación.
Frente al exceso de periodistas o psicólogos en paro, carecemos de aquellos profesionales que el mercado solicita: cuadros medios especialistas en informática, seguridad, agroalimentación, turismo o gestión energética, salidos de la formación profesional.
La situación actual trunca la ruta natural de transición de la juventud a la vida adulta, de los estudios a la vida laboral, y nuestras redes del Estado del bienestar están diseñadas teniendo en cuenta estas rutas, de forma que a medio plazo estamos poniendo en peligro la viabilidad del modelo social que conocemos.
No se trata únicamente de reconocer como derecho fundamental que todos logren un trabajo digno, sino de asumir el reconocimiento de que darles un apoyo social permanente es un deber moral universal y proporcionarnos un significado positivo para hacer uso de nuestras libertades.