Sus servicios secretos ayudaron a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) en tiempos de Obama para vigilar a la canciller y al hoy presidente, Steinmeier.
Hace falta contemplar y discutir la protección de esa figura que se conoce con la locución inglesa del whistleblower, el delator, el confidente o denunciante de una situación que potencialmente llega a casos de corrupción, atentados contra la seguridad nacional y delitos medioambientales, económicos o fiscales.
Un mundo sin privacidad, o bien nos empujaría a convertirnos en personas planas a fuerza de reprimir todos los comportamientos y opiniones que pudieran ponernos en peligro, o bien nos haría correr riesgos incalculables. La falta de privacidad en Internet es una realidad que ya está moldeando nuestras vidas.