Hay que agradecérselo a los más viejos, que tuvieron que aguantar bofetadas, insultos y humillaciones... Pero no tengo nada que agradecer a los políticos italianos. Porque la ley que han aprobado ahora sigue siendo injusta, discriminatoria y ofensiva. La han aprobado porque no les quedaba elección; porque Italia sigue siendo el patito feo del mundo occidental.