Dilma le debe gran parte de su éxito al marqueteiro João Santana, que ha ejecutado con excelentes resultados la misión de vender los logros de la mandataria y dañar la reputación de sus adversarios. Al sonriente Aécio, por ejemplo, lo han presentado como un fiestero que se niega a soplar en los controles de alcoholemia y que trata a las mujeres con agresividad.