Poner precio a una victoria no tiene nada que ver con pagar una derrota. La competición queda adulterada cuando el resultado está pactado. Pero cobrar por ganar estimula el triunfo, no lo garantiza. No confundamos los conceptos.
El escenario en el que se encuentra Florentino es nuevo. A diferencia de temporadas anteriores, no hay relevo en el banquillo que valga para construir un proyecto sólido. A Ancelotti le echaron para adaptar el equipo a imagen y semejanza del presidente, y la reubicación de Bale es la mayor prueba.
Casualidad o no, los hechos justifican los temores de un club culpable de su propio desgobierno pero consciente del significado de tantas (sospechosas) coincidencias. Algunos deben de estar muy interesados en el desprestigio del Barça. No hay nada más político que el deporte rey.