liderazgo PSOE
El día que san Iñaki hizo temblar los cimientos del socialismo andaluz
Las huestes del susanismo han perdido la batalla de la opinión pública y de la publicada. Esta semana por fin se dieron cuenta de ello y de que sus "portavoces no autorizados" han hecho un flaco favor a su causa, fuera esta la de evitar que el PSOE se eche en brazos de la izquierda radical y el independentismo, que se haga una autocrítica sincera de los resultados electorales o que Sánchez se eche a un lado para dejar paso a alguien capaz de convertir de nuevo el socialismo en alternativa de Gobierno.
González reabre el debate sobre el liderazgo
Comparar a Ángel Gabilondo -como hizo ayer Felipe González- con Olof Palme, y luego pedir al PSOE que apoye a Pedro Sánchez por cultura de partido es muy halagador para el primero, y no tanto para el segundo. Cultura de partido es disciplina, lealtad o resignación, según a quién se pregunte: más bien suena a que las circunstancias obligan a cerrar filas.
El PSOE consolida su fractura
Diez meses han transcurrido desde el último congreso del PSOE y nada es igual porque, como dijo Heráclito, "nadie se baña en el río dos veces, ya que todo cambia en el río y en el que se baña". Bien lo sabe el PSOE (el río) y mucho más, Pedro Sánchez (el bañista). Todo ha cambiado. Ni Zapatero pediría hoy avales, como pidió, para Sánchez; ni Susana Díaz pondría la federación andaluza a su servicio.
González, al rescate de Sánchez... ¿hasta mayo?
La irrupción de Felipe González en una semana de convulsión orgánica se ha interpretado por algunos como un claro alineamiento del ex presidente con el secretario general y una respuesta a quienes, desde el entorno de Zapatero -terminales mediáticas incluidas-, han maniobrado para que fracasara la operación Gabilondo y aumentara la inestabilidad en la dirección federal.
Tiempo de silencio
Susana Díaz quiere ganar las elecciones y ganarlas bien y ha pedido a los suyos que no distraigan un segundo la atención de ese objetivo. Quiere el foco lejos de las peleas internas porque un buen resultado en Andalucía el próximo marzo sitúa al PSOE en condiciones óptimas para competir en las autonómicas de mayo. Esa es su intención, y su mejor baza.