Cuando abres una librería, no sólo estás poniendo en marcha un negocio o iniciándote en un oficio. Te conviertes en responsable de algo hermoso: de poner en contacto a un libro con su lector, de conectar a narradores, poetas, pensadores, ilustradores y editores con unos lectores ávidos de conocerlos.
A Marcos no le gustaba la escuela, igual que luego no le gustaron los trabajos de oficina. Ni los negocios estables. Ni los deberes del matrimonio, que le dio tres hijos a los que no ve demasiado. Por eso vive de pueblo en pueblo, viajando en su coche, lleno de libros.
Nuestro futuro está ligado a la pervivencia del sistema de mediaciones soportado por el libro impreso sobre papel y esta pervivencia dependerá a su vez del resultado de una disputa por el tiempo y la atención de los lectores.