De Shakespeare a Manhattan, el camaleón de Brixton, por cuyas venas corría sangre irlandesa, le dio una lección a la pedantería musical haciendo uso y abuso del sintetizador para preparar aquellos cócteles contraculturales con mucho glam, rock progresivo y hard rock, entre un lord Alfred Douglas rubio y un Supermán fitness que gustaba a mujeres y a hombres.