Se tiene que haber amado mucho, o al menos haber vivido consciente y libremente ese amor, para entender, comprender y representar esta obra encima de un escenario. Y, también, para disfrutarla desde la butaca. En caso contrario, hay que olvidarse de entenderla, y asistir al bello fenómeno cultural de un Lorca producido por el Teatro de la Abadía y el Teatre Nacional de Catalunya.