Si nos atenemos a la experiencia acumulada en las dos anteriores revueltas ciudadanas palestinas contra la ocupación israelí, cabría sostener que hoy, al menos de momento, no estamos ante una nueva Intifada. Y eso es así porque, aunque es cierto que se vuelve a registrar un creciente nivel de violencia (pero no más alto que el visto en tantas ocasiones anteriores), la Autoridad Palestina no está abiertamente incitando a la violencia.
Una nueva Intifada llevaría a los palestinos a un nuevo punto de partida, de destino impreciso, con una paz inencontrable y por ello difícil de abordar, una ocupación militar y una colonización sin fecha de caducidad, un desarreglo territorial, político y social que se perpetúa y agrava.