Hugo Chávez

No llores por mí, Venezuela

No llores por mí, Venezuela

Una de las muchas comparaciones históricas que se están haciendo estos días sobre la figura de Chávez es con Juan Domingo Perón, el tres veces presidente argentino que dio nombre a una de las corrientes políticas más longevas -e informes- de su país. Sin embargo, más que a él, esta situación a mí me recuerda a ella, a su mujer, a Eva Duarte de Perón.
Chávez, más allá de la simpatía

Chávez, más allá de la simpatía

Como buen caudillo, conocía las preferencias de sus gobernados y sabía endulzarles el oído. En folclóricas alocuciones, expropiaba empresas, con la misma facilidad con que hablaba de su vida sexual; o insultaba presidentes con el mismo tono que ordenaba el envío de tanques a la frontera con Colombia o cerrar medios de comunicación.
Una consecuencia llamada Chávez

Una consecuencia llamada Chávez

Chávez encajaba, sin duda, en el perfil de caudillo latinoamericano. Al igual que el expresidente colombiano Álvaro Uribe, que siempre disfrutó del tratamiento de un mandatario "serio" en los grandes medios europeos y norteamericanos. Pero, más allá de esta guerra de etiquetas, lo importante es que la mayoría de los venezolanos, sobre todo los más pobres, apoyaban de manera inquebrantable a Chávez en las elecciones.