Algún psicólogo, sociólogo, endocrinólogo o sexólogo debería interpretarnos el dato de que en una web de infidelidades sexuales como Ashley Madison, con personas igualmente emparejadas, se haya encontrado que hay treinta y siete millones de hombres y solo 12.000 mujeres.
El ciberespacio es una tierra muy fértil para cualquier actividad relacionada con el chantaje, ya que todas tienen como objetivo el bien más preciado de la era digital: los datos. Sin gran complejidad técnica, con relativamente poco riesgo, y sin discriminar demasiado a las víctimas, pueden causar daños irreparables.