"Bueno, bueno, tampoco hay tanta prisa", el gallego parece haber recobrado súbitamente la calma. Enciende de nuevo el puro que se había apagado. Saborea la calada. "Ahora viene el verano, julio, agosto, tendré tiempo para pensarlo todo. Seguro que dando paseos por los bosques de Ribadumia se me ocurre alguna solución sensata".