El caso de Excalibur es otra oportunidad perdida para dar explicaciones a la gente, como lo fue la fatídica rueda de prensa después de confirmarse el primer contagio del virus en suelo español. Da la sensación de que el perro tiene que pagar un precio que no está dispuesta a asumir la ministra, que se escondió incluso del Congreso en la sesión de control del martes.