Los europeos están cómodos unidos, saben que de la suma viene la fuerza y notan en su día a día la bondad de ser más. No es entusiasmo, porque hay quejas y dudas, pero sí seguridad. La entrada en liza de partidos euroescépticos es una incógnita.
Basta ya de maquillajes verdes de los programas políticos que promueven un desarrollismo que no tiene en cuenta los límites del planeta. Si queremos cambios, más vale que entendamos que son las políticas actuales las que permiten que el deterioro medioambiental continúe. Y que sólo con acción política puede frenarse. Ya no basta con decir en las encuestas que uno se preocupa por el medio ambiente. Hay que conseguir que la bandera del ecologismo ponga y quite Gobiernos. También en España.
El 64% de los españoles no confía en el sistema, el 34% sí. La media europea es que el 53% confía, frente al 43% que no lo hace. Un resumen que tiene que ver con la cultura, la educación, los mores y la historia: en Finlandia y Dinamarca han nacido los ciudadanos que más confían en su sistema judicial, el 85% de ellos.
A la vista de los resultados del último Eurobarómetro, podría interpretarse que el sentimiento europeísta sigue siendo importante en España; pero que nuestra confianza en las instituciones europeas, de la organización europea, es tan débil como la confianza que proyectamos en nuestras propias instituciones políticas.