Ciudadanos europeos
A la vista de los resultados del último Eurobarómetro, podría interpretarse que el sentimiento europeísta sigue siendo importante en España; pero que nuestra confianza en las instituciones europeas, de la organización europea, es tan débil como la confianza que proyectamos en nuestras propias instituciones políticas.
Dentro de unos días se celebran las elecciones al Parlamento Europeo. Si no hubiera sido por las descorteses declaraciones del homo cañetus, prácticamente ni nos habríamos enterado. El debate televisivo fue visto por una minoría, quedando lejos de ser el programa televisivo más seguido durante la tarde-noche del día de San Isidro. En este aspecto, hay que resaltar el esfuerzo postdebate del conjunto de medios de comunicación, construyendo el día siguiente un acontecimiento que, desde los datos de audiencia, apenas puede considerarse como tal.
Cabe sospechar que el debate electoral estaba diseñado para no ser visto, pues es difícil imaginar un producto menos espectacular que el que ofrecieron Arias Cañete y Valenciano. Es más, en el poster de campaña del PP, el susodicho antecesor de la especie humana aparece difuminado en azul, como si quisieran que no lo viéramos. Tras lo dicho sobre su concepción de las mujeres, parece lógico que quieran esconderle; pero, entonces, que no hubieran hecho tal elección. El caso es que entre estrategia de unos para que no nos enteremos bien de lo que se cuece el próximo fin de semana en Europa y tanta tensión futbolera por las finales de la Liga y la Champions, no nos enteramos. A lo peor, es que no queremos enterarnos, pues ¿hasta qué punto nos sentimos ciudadanos europeos?
En una encuesta cuyo trabajo de campo se llevó a cabo el pasado mes de marzo, el Eurobarómetro 415 titulado "Europeos 2014", se arrojan resultados interesantes que tal vez expliquen nuestro alejamiento de las próximas elecciones. Así, sólo el 23% de los españoles confía en el Parlamento Europeo. Muy por debajo del 57% de rumanos que dicen confiar o del 54% de fineses, búlgaros o daneses. Es decir, confían a los que esperan mucho o a los que les va bien (escandinavos).
Tal vez la pregunta más importante del estudio, en cuanto se dirige más a sentimientos que a opiniones, es la relativa a si los encuestados se sienten ciudadanos de la Unión Europea. Una pregunta que se realiza después de que el cuestionario haya lanzado sobre las personas seleccionadas una buena dosis de cuestiones sobre la actualidad y propuestas de futuro de la Unión. Es decir, en un momento de la entrevista en que, más que lanzar una nueva pregunta, prácticamente se ruega el entrevistado que se sienta parte del proyecto europeo. Pues bien, el país con más entrevistados sintiéndose ciudadanos de la UE es Luxemburgo: 89% (55% totalmente y 34% con una vinculación emocional menor). Le siguen países como: Malta (77%), Estonia (76%) o Alemania (75%) y Finlandia (75%). Es decir, el sentimiento de ciudadanía europea parece más asentado en pequeños países o países económicamente boyantes.
Tal vez sorprenda el resultado en Finlandia; pero este país -como Alemania- está más preocupado por dibujar una UE acorde con sus intereses, implicándose afectivamente en ello, que de distanciarse de ella.
Los ciudadanos que en menor grado se sienten ciudadanos de la UE son los griegos, pues el 58% dice no sentirse ciudadano de esta organización supranacional, los italianos (55%), los búlgaros (55%) y los británicos (52%). Helenos e itálicos devuelven con desafección hacia las instituciones europeas el sufrimiento experimentado en esta crisis económica. Hay que reconocer que Bulgaria no ha sido especialmente bien tratada en su proceso de integración europea y una buena parte del Reino Unido ha visto con recelo al continente europeo.
Los españoles no estamos ni entre los más afectos, ni entre los más desafectos; aun cuando un poco más cerca de los primeros. Dos de cada tres españoles se siente ciudadano europeo: el 32% dice sentirse totalmente y un 34% simplemente se confirma como tal. Hay un 11% que niega con rotundidad sentirse ciudadano europeo. En el ranking de afectación europea, estaríamos ligeramente por encima de la media, ya que el 61% del total de encuestados se sienten europeos.
A la vista de tales resultados, podría interpretarse que el sentimiento europeísta sigue siendo importante en España; pero que nuestra confianza en las instituciones europeas, de la organización europea, es tan débil como la confianza que proyectamos en nuestras propias instituciones políticas. Parece reflejarse más el rechazo a la política, que el distanciamiento con el proyecto europeo. Un distanciamiento que empieza a adquirir tonos relevantes en países como Grecia e Italia.