Mostrar las miserias no solo puede ser liberador, puede ser bello. ¿Quién no las tiene? Hacer públicas nuestras contradicciones también. ¿Quién es de una pieza? Temo a todos esos personajes públicos que se muestran así, pétreos, sin fisuras, rígidos, inhumanos. Poner en evidencia las alcantarillas de nuestro pensamiento es la única manera de que esas aguas residuales no se estanquen.
Todo empezó la mañana en la que desperté con la mitad derecha del cuerpo dormida, como si alguien hubiera trazado una división exacta de mi tronco en dos partes, una línea a partir de la cual todo tacto cayera al vacío, a la nada, como si esa parte de mi cuerpo hubiera desaparecido. Dos palabras: esclerosis múltiple. El precipicio.