He pasado buena parte de mi vida huyendo de mí, fracasando en mi construcción. Aquellos años de juventud esperando la llegada del futuro, aguardando el papel de mi vida. Pero en unos años, aquel que soñó de joven con comerse el mundo (iluso él) asistía a las dentelladas de una vida que ni siquiera se le había pasado por la cabeza.
Mostrar las miserias no solo puede ser liberador, puede ser bello. ¿Quién no las tiene? Hacer públicas nuestras contradicciones también. ¿Quién es de una pieza? Temo a todos esos personajes públicos que se muestran así, pétreos, sin fisuras, rígidos, inhumanos. Poner en evidencia las alcantarillas de nuestro pensamiento es la única manera de que esas aguas residuales no se estanquen.