"Creemos que hay que limitar los salarios de los políticos a la media salarial del país, así tendrían más ganas de aumentar el salario mínimo, porque sería algo que les afectaría personalmente". Phillippe Poutou se convirtió en el protagonista del debate presidencial de Francia del pasado 4 de abril.
Mélenchon pasa de las elecciones, no le interesan, él vale más que eso. Si quisiera realmente ganarlas, se habría presentado a las primarias de la izquierda. Habría llegado con los grandes batallones de la izquierda de la Izquierda, se le habría unido la izquierda socialista (la vuelta a las fuentes) y habría ganado fácilmente las primarias. Lo sabe y por eso no se presentó.
¡Ya basta! François Fillon es sospechoso de haber remunerado a su mujer y a sus hijos con dinero público por puestos de trabajo que nunca habrían ocupado. Sea o no sea culpable a ojos de la ley, lo que ha hecho es inmoral. Y la vida política, más que nunca, necesita ética.
Me resulta extraordinario que se presente a Emmanuel Macron como un hombre nuevo. Es cierto que fue banquero y que ganó mucho dinero, y que todo fue mérito suyo. Pero no olvidemos que fue consejero de François Hollande antes de su candidatura y que, como agradecimiento, le nombraron Ministro de Finanzas.
Los presidentes están obsesionados por la huella que dejarán en la historia. Llegados a este punto, Hollande tenía que elegir entre dos formas de humillación: o bien renunciar o bien correr el riesgo de ser eliminado como presidente saliente en las primarias de su propio partido. Así que eligió la primera opción.