El anteproyecto de la futura Ley Orgánica del Sistema Universitario no convence a sindicatos, docentes ni estudiantes, que piden más ambición al nuevo plan de Castells.
Estoy muy en desacuerdo con tres tesis básicas de la docencia, evidenciadas en los exámenes. Una, la que supone que mido mejor al alumno en lo que no sabe que en lo que sabe. Dos, la que diferencia entre el saber de alcance y el de profundidad, y opta por el primero. Y tres, la que define que saber es dar cuenta de algo y no construir encima de ello.
Necesitábamos tener cerca a Robin Williams, imaginar que saltaría de un planeta de colores para plantarnos en la cara un drama profundo, como la vida, dando vacaciones a nuestros desvelos con una risa hecha de espinas, haciéndonos sentir que los ochenta no se habían ido tan lejos.
En la escuela nunca se sabe por qué ni para qué. Y cuando esas causas faltan, falta el tejido conectivo que enlaza y fija los conocimientos, que forja las capacidades. Sin esas causas, el conocimiento se adhiere mal y queda inconexo, débil, injustificado, ad hoc... y acaba cayendo.